5. Un robo y una agresión

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Casi no he pegado ojo en toda la noche y me duele la cabeza por las cervezas.
Me miro en el espejo y la imagen que veo es deplorable.
Mi plan de día va a consistir en ir de vuelta al super, comprar más trastos para la cocina y seguir con el curso online de diseño publicitario.
Cojo mi neceser y la toalla. Salgo con mi pijama de girasoles que consiste en un short corto y una camiseta de tirantes y voy al baño.
Abro la puerta y pego un grito al ver a Héctor completamente desnudo secándose.
—¡Joder! —se lía rápidamente la toalla en la cintura mientras coge su ropa sucia y sale del baño —. ¿Eres una puta acosadora?
Pasa por mi lado y me da un golpe en el hombro. Lo fulmino con la mirada y reprimo el insulto que me quema en la lengua.
—¿Sabes que existen los pestillos? —intento ignorar su torso desnudo.
—¿Sabes que aquí no hay un puto pestillo? —me dice destilando odio.
—¡Pues pon algo en el pomo!
—¡En tu puta vida te has levantado a las siete de la mañana! —contraataca.
Sé que si sigo chillando vamos a levantar a todo el edificio y van a matarnos, por lo que decido recurrir a la máscara del sarcasmo.
—No sabía que no echar un polvo te estresaba tanto —sonrío con malicia.
Se me acerca demasiado para mi gusto y se queda a pocos centímetros de mí. Su pelo negro mojado gotea formando una carretera hacia su ancha mandíbula y sus ojos verdes me escrutan con burla. No recordaba su altura y ahora mismo me siento bastante intimidada. Un calor que odio se apodera de mí.
—Abril... el baño es tuyo. Lávate bien los dientes, te apesta el aliento.
Me guiña el ojo y se da la vuelta. Sin pensarlo, saco el cepillo de mi neceser y se lo lanzo a la cabeza.
Suelta un pequeño grito y se da la vuelta. Ve el cepillo a sus pies y me mira con el mismo odio que yo a él.
—¿Me has tirado un puto cepillo a la cabeza?
—Ups, tiene un detector de capullos, perdona.
Coge el cepillo mientras abre la puerta de su habitación.
—Despídete de él.
—¡Eh!
Corro para recuperarlo pero me da con la puerta en las narices.
—¡Eso es robar! —le chillo aporreando la puerta.
—¡Y lo tuyo agredir!
Le pego una patada a la madera y suprimo las ganas de quejarme por el dolor. Mi dedo gordo del pie va a odiarme de por vida.
Me meto en el baño indignada y pongo en el pomo una cinta del pelo para que alguien pille que está ocupado.
Al acabar la ducha, intento desenredar el pelo con las manos, pero es misión imposibnle. Apunto en mi lista de tareas comprarme un cepillo nuevo.
Me lavo los dientes a conciencia y repito dos veces el enjuague bucal. Maldito gili....
Respiro un par de veces al espejo y salgo liada en la toalla justo al tiempo que Héctor sale vestido con ropa de deporte.
Me sujeto la toalla con fuerza y lo ignoro. Al pasar por su lado escucho su irritante voz.
—Se te han caído las bragas al suelo —su risa hace que quiera cometer un homicidio muy voluntario.
Me doy la vuelta y busco mi ropa interior cuando veo que le da un ataque de risa y agarra su estómago.
—No, no ahora. Me refería a antes, cuando babeabas cuando me he acercado a ti —comienza a bajar las escaleras.
Me apoyo en la barandilla para que me pueda escuchar bien.
—¡EN TUS SUEÑOS!
—¡En los tuyos más húmedos princesa!
Maldito Neanderthal.
Voy a chillarle otra vez cuando alguien sale de una habitación y empieza a gritar que nos callemos de una puñetera vez.
Me escondo a toda prisa en mi cuarto y me lanzo en la cama con un suspiro.
Vivir aquí me va a costar la salud.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesWhere stories live. Discover now