100. Día 6: formas de estrangular

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André y yo pasamos lo que queda de mañana juntos, incluso tomamos algo a media mañana sentados en la orilla.
Al final consigo sentirme cómoda con él y me abro un mínimo. Hablamos sobre la universidad y sobre todo criticamos a los profesores que han perdido la pasión por la enseñanza.
Ahora que ha terminado la carrera, está pensando en hacer un grado para ser electricista, cosa que me sorprende.
—Aunque suene a broma se me da bien, y sinceramente, prefiero ganarme la vida haciendo instalaciones en distintos lugares como mi abuelo, a quedarme encerrado en una oficina.
No puedo evitar interesarme ya que su caso me recuerda al de Bea. Una persona que ha estudiado algo que no le apasiona por contentar a su familia.
Cuando se va acercando la hora de comer, nos despedimos para que vaya a la ducha. Por el camino, me encuentro a María y la pareja de recién casadas que juegan a las cartas. Me dicen que me una, pero prefiero descansar un poco.
Entro nerviosa por si Héctor a vuelto y me decepciona que la caravana siga vacía. ¿Dónde se habrá metido?
Me tumbo en la cama y vuelvo a sacar el collar que tenía metido en el bolsillo, para volver a mirarlo hasta que decido soltarlo en el mismo mueble que ayer. No puedo obsesionarme.
Llamo a mis padres para felicitarlos. Mi madre insiste para que les haga un tour de la caravana por videollamada, cosa que hago entre risas cuando comentan que deberían vender la casa y pillarse una de estas.
Volvería a repetir la experiencia, seguro que a Bea le encantaría.
La hora a la que habíamos quedado casi llega y me preocupa no haberlo visto en toda la mañana. Lo llamo preocupada y me cuelga para acto seguido mandarme un mensaje de que está dando un paseo.
Resignada, salgo y me uno al grupo que juega a algo por parejas mientras José bebe cerveza y mete baza.
Intento seguirles el ritmo en todo momento, juego, bromeo... pero me resulta imposible cuando son casi las tres de la tarde y no hay señales de Héctor.
Me preguntan varias veces dónde está, pero no sé qué responderles, porque ya un simple "se está dando una vuelta de cuatro horas" no convence a nadie. ¿Qué quiere, recorrerse todo el pueblo andando?
—No te preocupes. Solo necesita su espacio —me apoya María una mano cariñosa en el hombro, aprovechando que no están atentos a nosotras.
¿Espacio? Ni que yo lo estuviese estrangulando por las noches, aunque ganan no me faltan. Se me cruza sin querer una imagen de exactamente eso, pero en un ámbito sexual demasiado explícito y reprimo un escalofrío. Hay muchas maneras de estrangular.
Me vienen imágenes de los dos desnudos en mi habitación, en sí una de yo encima de él agarrando su cuello, haciendo que gimiese mi nombre.
—No estoy preocupada —miento tratando de ocultar el calor que me acaba de invadir.
—Mentís muy mal los dos —se ríe cogiendo el mazo de cartas y barajándolo de nuevo.
Reprimo poner los ojos en blanco y me centro en la partida, emparejándome con André. Tengo que dejar de pensar en Héctor desnudo o vamos a pasar del invierno al verano en menos de cinco minutos. Echo de menos el sexo, sobre todo con él.
Cuando tengamos una escalera en la mano André o yo, supuestamente tenemos que hacernos una señal secreta y gritar "escalera" ambos a la vez.
Me centro totalmente en la partida y en lo que más me gusta en el mundo: ganar.
André y yo resultamos ser muy buenos juntos.
Cuando les ganamos por quinta vez consecutiva nos levantamos y nos abrazamos riendo como dos críos a los que acaban de dar una piruleta.
—¡Somos increíbles! —grito entusiasmada.
—Vaya... sé de alguien que ama ganar... y alguien que odia perder —dice Ana mirando a su prometida riéndose.
—¡No odio perder! Solo que a la quinta vez deja de ser "divertido" —finge enfadarse más para que Bea le de mimos.
—La verdad es que son buenos —se ríe José que saca otra cerveza de la nevera portátil.
—Es buena hasta que entro yo en juego. Si me escogéis como pareja prometo que la humillamos —la voz de Héctor me sobresalta.
Mi corazón comienza a latir desbocado y busco el collar en mi bolsillo como si fuera un amuleto, pero está en el mueble de la caravana.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon