56. El planning

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Cuando llego al mismo restaurante dónde estuvimos hace poco más de un mes, me pongo nerviosa.
¿Qué hago aquí? Esto es una estupidez, podría mandarle un mensaje con todo detallado, sin necesidad de verle.
Llevo más de cinco minutos observando mi ropa, esperando encontrar un fallo lo suficientemente grave como para huir de aquí.
Llevo un vestido negro que tiene una cremallera en el escote, mis botas de plataforma y una chaqueta de cuero negra. El toque de color lo dan los labios rojos. Esta vez tengo el pelo suelto por el frío.
Vuelvo a mirar mi reflejo en el coche una última vez, antes de decidir entrar.
Saludo al mismo camarero de la otra vez y busco a Héctor. Cuando lo diviso en una mesa a solas leyendo la carta, mi corazón empieza a latir con fuerza. Tengo el instinto de irme del lugar, pero dos manos amables me sujetan por los hombros antes de salir corriendo.
—¡Querida Abril! —Pierre aprieta mis hombros con cariño.
—¡Pierre! —miro la puerta pensando en correr hacia ella.
—Héctor no me dijo que venía acompañado esta noche. Me alegro mucho de que vuelvas por aquí —me sonríe.
Vuelvo a mirar a Héctor y siento una punzada de tristeza al verlo solo.
—Pierre... ¿Puedo pedir yo por ambos?
—Por supuesto niña. Toma una carta —coge una tras la barra.
Después de elegir rápidamente los platos me dirijo a la mesa.
Héctor sigue con la carta cuando aparto la silla y me siento.
—Perdone se ha equiv... —me mira perplejo.
—¿Me he equivocado? Creía que era la mesa especial para capullos —le sonrío.
—¿Qué haces aquí? —ceño fruncido y labios finos. Mal empezamos.
—Te debía una cena —me encojo de hombros.
—¿Y cuándo he decidido que esa cena sea ahora? —repiquetea con los dedos en la mesa.
—¡Tengo un planning! Para el concurso y quería compartirlo contigo —e tiendo la libreta.
—Excusas. Podrías haberme mandando un mensaje —vuelve a insistir.
—En persona la comunicación es más clara.
—Existen los audios —vuelve a presionarme.
—¡Te echaba de menos! Joder —me tapo la boca sorprendida.
Los dedos de Héctor quedan suspendidos en la mesa y yo me quedo completamente inmóvil. Se pasa las manos por el cuello, sin saber qué decir. Podría rechazarme, burlarse o humillarme, en cambio se queda sin palabras.
—Eh... yo tengo que ir al baño —me excuso y huyo.
Cuando entro en el baño reprimo un ataque de pánico. A ver, no he dicho ninguna barbaridad como que le quiero. Me congelo. ¿Qué estoy pensando? Claro que no le he dicho te quiero, porque no le quiero.... Yo... ¿le odio? ¿Lo sigo odiando? Esto ha sido una pésima idea.
Salgo del baño y voy rápidamente a la mesa. Héctor mira fijamente a su copa, noto como se tensa cuando me ve llegar.
Recojo mi bolso y agarro mi libreta ante su atenta mirada.
—Tienes razón. Lo dejamos para otro momento —me doy la vuelta y camino hacia la salida.
—¡Abril!
Héctor agarra mi muñeca y tira de mí hacia atrás. Me giro hacia él oliendo su perfume, ese olor tan peculiar que soy incapaz de olvidar.
—Quédate. Yo... me ha pasado lo mismo —me dice evitando mi mirada.
—¿El qué? —necesito saber.
Suspira y se pasa las manos por el cuello.
—Abril, quiero que te quedes. Por favor —su mirada se vuelve a centrar en la mía.
No insisto, sé que no voy a poder sacar nada más, y esto es suficiente para que vuelva a la mesa y continuemos la velada.
Me pide la libreta y le echa una ojeada mientras lo miro en silencio. Prefiero que esté entretenido y que no hablemos, así se quedará en el pasado las palabras que dije. Cuanto más tiempo pase menos efecto tendrán.
—¿Una caravana? ¿Los dos en una caravana? —vuelve a repetir con la ceja levantada.
—Todos los gastos los voy a pagar yo no te preocupes. Dos camas sube mucho el precio —bebo una copa de vino.
—Pagamos los dos. Si ganas, me beneficia.
—Pero la idea de recorrernos toda la ciudad es mía, es injusto que tengas que pagar eso —me quejo.
—Si yo acepto, cosa que voy a hacer, es porque estoy de acuerdo con la idea, lo que conlleva ir a medias. En todo —me mira fijamente.
Finalmente accedo mientras sigue leyendo el planning.
Su mirada no se aparta de las hojas y la mía no puede apartarse de él.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesWhere stories live. Discover now