33. Me agota estar contigo

1.3K 130 2
                                    

Héctor:

Son más de las cuatro de la mañana cuando Abril y yo subimos hacia nuestras habitaciones.
Me ha jodido ver a Bea tan mal, aunque lo que más me duele son las palabras de Abril. Hace años que no siento lo que es el amor. La única persona que me amaba de forma incondicional, se fue, y la otra que me amaba... me encargué de joderlo todo.
Llegamos a nuestra planta en un silencio incómodo. Sin tan siquiera despedirnos, vamos cada uno a nuestra puerta. No puedo evitar decir su nombre. La culpabilidad me está matando.
—Abril...
—¿Sí? —se da la vuelta con nerviosismo.
No sé qué decir. Ella no puede entenderlo. No sabe lo sencilla que es su vida y lo afortunada que es. No sabe lo jodido que estoy.
—¿Estás bien? —no puedo evitar preguntar.
Abril mete sus manos tras su espalda y pone esa sonrisa que cree que funciona. La conozco demasiado bien y aún no se da cuenta.
Observo el movimiento de su pecho al coger aire con dificultad y pienso en todo el daño que nos hacemos continuamente. Nos reconstruimos para acto seguido, volver a demostrar que somos piezas de un puzzle que jamás va a encajar.
—Sí. ¿Por?
—Antes has llorado y...
—No es la primera vez que me ves llorar —dice tajante.
Recuerdo aquel día, sus ojos suplicándome respuesta que no pude darle, mi voz fría provocando que más de sus lágrimas saliesen... Era necesario.
No soy capaz de responder, así que solo soy capaz de mirar a sus ojos cansados que me recuerdan demasiado a los míos.
Yo la rompí, pero mientras ella se podrá recomponer, yo no podré recuperar aquello. No puedo.
Nos miramos sin decir nada, volvemos a evitar nuestras miradas.
Hago una pregunta estúpida con el deseo de que me responda algo que ayude a que se disipe parte de la culpabilidad.
—¿Siempre has pensado que no mereces amor? —me deslizo por la pared hasta sentarme en el suelo.
Abril me imita. La distancia que nos separa me parece demasiado grande.
—No, siempre no —se sincera— ¿Y tú crees en ese amor que le has descrito a Bea? —su voz suena insegura.
Quiero mentirle, pero si ella ha sido sincera, al menos le debo esa sinceridad.
—Sí, alguna vez lo creí.
De nuevo nos sumimos en el silencio. Aprovecho este momento de intimidad para hacerle la última pregunta. La más importante. Sé que debería irme a mi habitación y no alimentar más el monstruo de mi interior, pero llevo demasiadas semanas luchando por evitarla, queriendo molestarla con alguna idiotez, soñando con que finalizábamos lo de aquella noche de otra forma.
—¿Crees que te destruí? —me tenso.
Nos miramos fijamente. Su silencio me responde, pero como de costumbre, Abril necesita enmascarar la conversación.
—¿Algunas vez has estado enamorado de mí?
No respondo, porque si lo hago, temo despertar cosas que dejé enterradas muy en el fondo.
Abril suspira y entierra su cabeza en sus rodillas. No soporto más esta lejanía. Me siento a su lado a la vez que levanta su rostro y me mira con ojos tristes.
—A veces me agota estar contigo —reconozco en voz alta.
—A mi también estar contigo —su voz suena cerca y hace que reprima un escalofrío— ¿Por qué nos empeñamos en pasar tiempo juntos? —suena agotada.
—No lo sé, Abril. Te juro que no lo sé.
Yo tampoco sé lo que estoy haciendo, el por qué no soy capaz de irme a mi habitación. Necesito que al menos ella tenga el coraje de irse, porque a mí cada vez me cuesta más.
—Abril... —tengo que decirle que se aleje.
—Dime —apenas susurra.
Nos miramos unos segundos y me quedo totalmente prendido de sus ojos. Estamos tan cerca que puedo oler hasta su pasta de dientes. Sin poder remediarlo, cojo un mechón de su pelo y lo coloco con cuidado tras su oreja. Quiero besarla tanto que me duele. Apoyo mi frente en la suya, a tan solo unos centímetros de hacer aquello que deseo desde hace mucho, aunque sea irracional. Abril cierra los ojos con fuerza y me paro a unos centímetros de sus labios.
Su respiración se detiene y lucho contra mi mismo. Si lo hago, todos esos recuerdos volverán. Aquella noche la reviviré continuamente. No.
—Nada... Olvídalo. Buenas noches —rozo su mejilla para despedirme.
Me voy antes de hacer una locura.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesWhere stories live. Discover now