65. Negociación

1.1K 96 5
                                    

Últimas dos semanas antes de las vacaciones de invierno.
El tiempo ha pasado demasiado deprisa y en general todos hemos estado ocupados con muchos trabajos y exámenes de evaluación continua.
Carlos y yo nos hemos visto bastante, y aunque todavía no hemos tenido una primera cita real, sí hemos pasado tiempo juntos, parte de él tratando de no desnudarnos a la mínima de cambio. Intentamos ir despacio, aunque precisamente esto lo empecé a la marcha de un fórmula 1, por ello nos cuesta contenernos, pero lo conseguimos, aunque siempre caen unos cuantos besos.
Por otro lado, no me he vuelto a cruzar a Héctor, cosa que me extraña teniendo en cuenta que somos vecinos. Lo escuché alguna que otra vez cerrar la puerta, pero no nos hemos vuelto a cruzar, y una pequeña parte de mí se odia por echarlo de menos, pero trato de mantenerme totalmente ocupada para que no me de tiempo a pensar en nada más que los exámenes y en disfrutar mi tiempo libre. Acabo tan agotada que duermo más que toco mi cama.
Luego está Bea, que sigue en su búsqueda insistente de trabajo, la pobre no ha tenido demasiada buena suerte, pero estoy saliendo con ella a echar curriculum, la intento ayudar en todo lo que puedo. Hoy hemos ido de compras porque ha comenzado un nuevo diseño secreto, es muy reservada con su trabajo, en parte porque creo que le encanta que todo tenga el factor "sorpresa".
Estamos organizando los hilos y las telas en su habitación. Hoy la veo más apagada que el resto de días.
—No quiero agobiarte con "ya sabes qué", pero no puedo ignorar más que te veo mal —le digo mientras cojo otro hilo de color azul y lo guardo junto a los de su mismo color.
Bea se queda en silencio y no para de ordenar cosas. Sé que está intentando organizar sus pensamientos, ambas intentamos hacerlo en estas circunstancias.
—Di lo que se te pase por la mente, no lo pienses —la animo.
—Tengo miedo. Llevo semanas buscando trabajo sin parar y no sé qué tengo de malo para que nadie me quiera, aunque bueno, en parte... ¿es normal no? Si ni Luis me quiso ni confió en mí, ¿por qué va a hacerlo alguien de la calle? No voy a conseguirlo. Va a tener razón.
Y aquí entramos de lleno en la tercera fase, la negociación. Esta parte duele, porque es cuando te replanteas si el problema has sido siempre tú y no has sabido verlo, es la parte del comienzo de la autodestrucción, dónde te sientes vacía y que no vales nada como persona.
—Bea... —me acerco a ella y le paso el brazo alrededor de sus hombros—, ni se te ocurra. Sabes que eso no es cierto. Yo confío en ti. Y Héctor —creo que es la primera vez que pronuncio su nombre en semanas y eso me hace sentir una nostalgia que hace que quiera subir y pegar en su puerta con la esperanza de verle.
—Eres demasiado buena para aguantarme —se abraza a mí.
—Créeme, tú eres demasiado buena para aguantarme a mí —me río.
—Tú me has visto llorar cientos de veces
—se ríe también.
__Bueno, yo es que soy más fría que la Antártida —bromeo.
Simplemente no me gusta llorar delante de la gente, es algo que no soporto, porque me hace sentir como si fuese una víctima, aunque sé que simplemente soy demasiado dura conmigo misma porque odio a la Abril que lloraba por las esquinas buscando el amor de Héctor.
—No eres fría.
—A veces un poco, pero prometo que estoy en ello.
Nos quedamos en silencio abrazándonos hasta que suena la alarma de su móvil.
—Mierda... Tengo que prepararme para una entrevista... ¿Y si no voy? Igualmente me van a mandar para casa —dice decepcionada.
—Vas a arreglarte ahora mismo e ir a esa entrevista. No hay peros que valgan señorita —le ayudo a levantarse y la empujo hacia su armario— Te dejo cambiarte tranquila. Te quiero mucho y te prometo que va a llegar todo lo bueno que te mereces —la abrazo.
—Yo también te quiero muchísimo. No sé que haría sin ti —me devuelve el abrazo con fuerza.
Nos despedimos y subo para mi habitación cuando veo a Carlos bajando.
—¡Mayo! —se le ilumina la cara.
—¡Charlie! —le saludo con una pizca de nervios— ¿Dónde vas?
—He quedado con unos compañeros de clase para terminar el trabajo de la semana que viene. ¿Y tú?
—Estaba con Bea y ahora creo que voy a poner alguna lavadora, vamos, lo que viene siendo ser una persona responsable —le sonrío.
—Mmm... Pues yo estoy dispuesto a ser un poco irresponsable y llegar tarde por tal de acompañarte a tu puerta.... Si quieres claro, es que no me gustaría que te perdieses —me coloca un mechón tras la oreja.
—A mí no me gustaría perderme —me humedezco los labios sutilmente.
Antes de llegar a mi planta comenzamos a besarnos. Nos quedamos en mitad de mi escalera apoyados contra la pared. Mis manos se enredan en su pelo y las suyas sujetan mis caderas evitando ir más allá. Digamos que somos un fórmula 1 intentando imitar a un Seat Panda, pero nos cuesta.
—¿Os vais a quitar de una puta vez u os voy a tener que quitar con una jodida espátula?
Me congelo y a la vez la sangre empieza a arderme como hacía semanas que no hacía.
No era consciente de lo mucho que necesitaba oír su voz.
Cuando los labios de Carlos se quitan de los míos, nuestras miradas se cruzan y por fin vuelve a pasar.
Héctor.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora