85. Todo fachada

1K 91 7
                                    

Si hubiese una especie de recapitulación de momentos ridículos en mi historia, creo que este sería uno de ellos, por detrás de la pillada de Héctor cuando les espié, y bastante por encima de cuando me tiró un jarro de agua fría en la cabeza.
El momento de ahora es totalmente surrealista.
Chillé su nombre sin pensar en mitad de la sala para detener lo que fuese que estaba pasando allí. No por celos, sino para proteger el corazón de esa pobre chica que no sabe lo que le espera con semejante capullo. Es una ayuda a la comunidad. Soy de naturaleza altruista.
Después de chillar su nombre quise acercarme tan rápidamente que tropecé con mis pies y aquí estoy. Tirada en el suelo delante de ellos dos.
Estupendo.
—¿Estás bien? —Natalia (creo que se llamaba) se agacha e intenta ayudarme.
No pienso reconocer ante nadie que me he jodido la rodilla, y mucho. Estaría bien dejar de lesionarme cuando Héctor está cerca.
—Sí, sí... ¡Perfecta! —sonrío ocultando mi vergüenza.
—Perfectamente como una puta cabra —susurra Héctor para sí mismo.
Respiro. No pienso dejar que me saque de quicio delante de Natalia. Tengo que ser más lista que eso, pero me cuesta no tirarle un barreño a la maldita cara de estúpido que tiene.
—Muchas gracias... ¿tu nombre? —finjo inocencia.
A Héctor se abre la boca de par en par. Su mirada está diciendo claramente "cómo tienes la santa cara de fingir que no escuchaste la conversación del otro día".
Sonrío nerviosa.
—Sara —me sonríe dulcemente.
—¿Sara? —decimos Héctor y yo al unísono.
—Ups... Sí, eso... Te mentí un poquito —se burla de él.
—Un segundo... O sea, a mi no me das tu verdadero nombre, pero a la... —se calla cuando frunzo el ceño— a ella, sí. ¿En serio? —parece frustrado y eso me molesta. No debería frustrarse por otra chica que sea yo.
Cuando me doy cuenta del camino que están empezando a tomar mis pensamientos reculo. Solo lo digo porque quiero amargarle la existencia de forma personal, no porque me preocupe que se enamore de otra. Además, recordemos que Héctor NO tiene corazón. Es imposible que eso pase.
—Oh querido acosador entiéndeme. Me da miedo que te obsesiones conmigo y me busques por las redes sociales —le guiña un ojo.
Oh por dios, voy a vomitar toda la maldita pizza en mitad de los dos.
—Exijo ver tu dni. Ya no me fío —Héctor achina los ojos con desconfianza.
—Tendrás que conformarte con mi instagram —le sonríe ella.
¿Pueden parar? ¿PUEDEN PARAR?
Creo que tengo un nuevo poder, y es el poder de ser invisible, porque ninguno de los dos me prestan atención en este instante.
—Y tú qué querías —se gira hacia mi.
¡Jesús! Gracias por prestarme atención.
—Eh claro... Porque te he llamado —sonrío sin saber qué decir.
—No, no solo me has llamado, sino que nos has ofrecido todo un espectáculo. Me has llamado como una esquizofrénica para luego caerte de boca de forma lamentable —me sonríe con ironía.
—¡Ey! Deja a la pobre chica. Ha tenido que doler —me defiende Sara, Natalia o como se llame.
—Tranquila, es un capullo por naturaleza. Todo fachada —sonrío con ironía.
Venga sigue Héctor, me estás dando la excusa perfecta para hundirte este ligoteo de pacotilla que te estás montando. Di alguna otra idiotez que te destruyo.
—Bueno es saberlo —me sonríe Sara.
—Ya sabes... Entre chicas tenemos que ayudarnos. Por cierto, soy Abril —le devuelvo la sonrisa.
—Aggg... No me jodáis. Lo que me faltaba —suspira Héctor—¿Qué querías? —esta vez está frustrado conmigo, y eso me encanta.
—Solo venía a desearte felices vacaciones ya que el lunes me voy, y así me lo pagas... Tratas fatal a tus amigos —hago un puchero fingido.
—¿Amigos? —su cara es un poema.
—Amiguísimos —le sonrío.
Por alguna extraña razón le he caído bien a Sara y me ha pedido que los acompañe mientras terminan las lavadoras, cosa que acepto encantada ante la negativa de Héctor.
Siendo justa, es una chica muy divertida y guapa, veo comprensible que Héctor se haya fijado en ella.
Hay un momento en el que me empiezo a sentir mal. Quizá por esto me dejó, porque aparentemente ella es todo lo que yo no soy. Tiene algo que atrae de forma natural y en absoluto se ve forzada. Toda su personalidad es pura atracción. Siento envidia.
Realmente estoy haciendo el ridículo. No debería estar haciendo esto, precisamente porque esto es lo mejor. Yo he quedado con una persona buena de verdad, y Héctor... bueno, está en proyecto de romperle el corazón a otra persona, pero no debería meterme. No quiero hacerlo.
Ella es preciosa y agradable.
Me levanto y me despido ante la mirada analítica de Héctor.
—¿Te vas? —pregunta Sara.
—Sí —le sonrío lo mejor que puedo.
—Tu lavadora no ha terminado —puntualiza Héctor.
—Ya.. Ahora bajo. Tengo una especie de cita y quiero empezar a arreglarme —digo apresuradamente.
Se queda en silencio y yo no lo miro. No puedo.
—¡Vaya! Mucha suerte. Encantada de conocerte —otra sonrisa preciosa de su parte.
—Igualmente —lo digo de verdad.
Con un nudo en la garganta y una sensación aplastante en el pecho me voy a mi habitación.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora