68. Spice girls

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O me lee la mente o la vida es más despreciable de lo que ya es.
¿Teníamos que venir los dos a poner la lavadora el mismo día a la misma hora? Cada día me replanteo más seriamente el mudarme o cambiarme de país.
Su mirada se aparta de la mía y sigue tonteando con la guapísima chica del pelo corto rizado.
Los observo de reojo mientras pongo la lavadora y no pierdo detalle de que a ella le gusta, pero lo que más me enfada es que él está usando esa risa de verdad, ella está haciendo que sonría, y eso me enfurece.
Me siento en uno de los bancos más alejados de ellos y no puedo evitar apretar los dientes cada vez que escucho como ríen cómplices. ¿Será uno de los ligues que tendrá en la residencia? Parecen reírse demasiado como para no conocerse de antes.
Me replanteo empezar a llevar auriculares a todos lados, porque cada cuchicheo y cada risa hacen que la poca paciencia que tenga se vaya acabando.
Una de las lavadoras acaba y asumo que es la de ella, porque hace poco que Héctor estaba arriba.
La chica pasa por mi lado sonriéndome a modo de saludo y Héctor se coloca a su lado sin mirarme mientras ella saca su ropa.
—Lo de acosador te va al dedo... ¿Quieres ver mi ropa interior o qué? —bromea ella con una voz tan bonita que me hace odiarla de inmediato.
—Oh vamos, querida desconocida no sexy. Solo te hacía compañía —tontea él haciendo que me entren ganas de vomitar.
Siento que cuando tontea con ella me mira, pero yo sigo fingiendo que en mi móvil hay algo súper interesante, cuando la verdad es que no he sido capaz ni de entrar en ninguna red social. Estoy bloqueada.
Escucho un ruido que llama mi atención y ella le ha tirado una camiseta a la cara.
—Por capullo.
Vale, eso sí que no. Decirle "capullo" es mi maldita frase, no la suya.
Agarro el móvil con fuerza y en un universo paralelo me imagino tirándoselo a la cabeza, pero no tengo demasiado claro a quién de los dos.
—Esta camiseta es muy mona, pero me gustaría más que me tirases la que tienes puesta —le sonríe.
Es la gota que colma el vaso. Bueno, no lo colma, LO DESTRUYE.
Me levanto y con una falsa sonrisa salgo de la lavandería. Soy masoquista, pero no hasta este punto, o puede que un poco sí, porque sigo espiando tras la puerta.
—Todavía no me has dicho tu nombre —se escucha al otro lado la voz de Héctor.
—Y tú todavía no has reconocido que soy sexy —me resulta vomitivo.
—Si reconozco que lo eres... ¿me dices tu nombre? —pongo los ojos en blanco y aprieto los puños.
—Puede... —su voz suena melosa y hago el gesto de una arcada.
—Probablemente eres de las chicas más sexys que haya conocido —aprieto los dientes con fuerza y reprimo el no entrar ahí y destrozar la habitación entera.
—Y yo probablemente me llame Sara.
Escucho pasos acercarse y huyo hacia las escaleras. Me escondo en mitad de la planta y observo todo desde la esquina.
Ambos salen de la lavandería y Héctor se apoya contra la pared mientras ella le sonríe con el barreño lleno de ropa doblada.
—¿Y en qué habitación estás?
—Para el carro acosador. Te he dicho mi nombre. El resto para la próxima cita —bromea con él.
—Para que haya otra cita me tendrás que dar tu número —se acerca a ella de forma que hace que me enfurezca.
—Dejémoslo en manos del destino. Quizá algún día volvamos a coincidir —se aleja ella haciéndose la interesante—. ¡Que pases buen día Héctor!
—Igualmente, Sara —se despide de ella con la mano.
Ella sale de mi punto de visión y escucho una puerta cerrarse no sin antes volver a escuchar su voz.
—¡Por cierto! ¡Mi nombre real es Natalia! —le chilla desde la otra punta.
La risa de Héctor resuena por el rellano y es esa maldita risa verdadera que tanto me gusta, y no la ocasiono yo, sino una cualquiera que acaba de conocer.
Por cosas como esta creo que nunca me quiso, él sabe fingir perfectamente, y esa risa que solo tenía conmigo ahora veo que la tiene con más personas.
Le odio.
—Abril, ya puedes salir. No te pegan ni los celos ni jugar a las Spice Girls —se mete la mano en los bolsillos y comienza a buscarme con la mirada.
Reculo como una cucaracha a punto de ser pisada y voy subiendo a gatas las escaleras intentando hacer el mínimo ruido posible.
Escucho pisadas tras de mí y es el momento en el que gateo como la niña del exorcista hasta que tira de mi pie y me doy un golpe contra las escaleras.
—Joder, Abril. ¿Estás bien? —se agacha a mi lado preocupado.
—¡Pues claro que no, capullo! —me toco la ceja dolorida.
Héctor se acerca preocupado y retira el pelo de mi cara sujetando la zona para mirarla con preocupación.
De pronto noto su cercanía excesiva y me tenso, creo que a él le pasa lo mismo.
—No tienes nada —se aparta.
—Cada vez que estoy contigo acabo lisiada —me sacudo los pantalones y me levanto.
A Héctor se le escapa una media sonrisa pícara y le pongo los ojos en blanco.
Evidentemente hace referencia a nuestro encuentro sexual.
—Eres un capullo —refunfuño.
—Eras tú la que estabas tirada en el suelo espiándome Abril. No es mi culpa —se encoge de hombros.
—¿Espiarte? ¿Te crees el ombligo del mundo? ¡Se me había caído una lentilla! —suelto la primera barbaridad que se me ocurre.
—Abril... No usas gafas.
Se hace el silencio. Sé la cara que está poniendo, es su cara de "estoy intentando aguantar la risa y no aguanto mucho más".
—¿Qué hablas de gafas? ¡Que se me ha caído la gargantilla! Pero creo que la he perdido, no la encuentro —señalo el collar que no tengo.
—¿Sabes lo patético que es esto?
—¿No se suponía que no nos hablábamos? —intento cambiar de tema.
Silencio.
Héctor traga con dificultad y de pronto noto un nudo en la boca del estómago. ¿Va a volver a ignorarme? ¿Vamos a estar de nuevo semanas evitándonos?
—Solo era para que si no nos hablábamos, no montases escenitas —se encoge de hombros y comienza a bajar las escaleras.
—¿Pero qué hablas? No he montado ninguna escena porque no hice nada delante vuestra. Ni me habéis visto —me cruzo de brazos.
—Abril, un último consejo de ex barra ex amigo. No seas tan inocente, porque acabas de reconocer que nos has espiado —me sonríe una última vez y se mete en la lavandería.
El corazón me palpita con fuerza y una punzada de dolor me atraviesa el pecho.
Decido volver a mi cuarto sin importarme la lavadora.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesحيث تعيش القصص. اكتشف الآن