31. Descalza

1.4K 125 1
                                    

Cuando despierto, estoy sola en la cama. No hay rastro de Héctor.
Me reincorporo y me froto los ojos. Imágenes de la noche anterior me vienen y me tapo la cara avergonzada. Quiero que la tierra me trague.
No puedo creerme que hiciéramos eso.
No puedo creerme que yo lo empezase.
Este juego que hemos creado debe acabar, me estoy arriesgado, y perder significaría demasiado. No estoy dispuesta a arriesgar todo lo que he tardado en recomponer por echar un polvo.
Cuando quiero darme cuenta, tengo lágrimas en los ojos. Las quito de forma brusca y me preparo una tila para relajarme.
Son la una de la tarde. Me apoyo contra la encimera tomándome la bebida caliente cuando reparo en que la chaqueta de Carlos no está.
La busco por todas partes. Estoy segura de que la dejé justo ahí.
Tardo más de la cuenta en saber lo que ha pasado. Un malestar se asienta en la boca de mi estómago.
Se la ha devuelto. Se la ha dado a Carlos.
Salgo en pijama y empiezo a bajar las escaleras de dos en dos. Algunos chicos me silban por el pasillo y otras personas se quejan de que vaya corriendo como una loca, pero no puedo consentir que Carlos piense cosas equivocadas. Darle la chaqueta era mi elección, no de Héctor.
Cuando llego a su puerta me quedo de piedra. ¿Y si Héctor le ha contado lo que hicimos? No quiero ver su cara de odio. No quiero que deje de hablarme.
Decido irme cuando su puerta se abre. Su expresión primero es de asombro, después pasa a impaciencia.
"Mierda." —intento huir.
Cuando me doy la vuelta tira de mi muñeca y me pone frente a él. Sus ojos tratan de disimular cierta decepción y yo solo quiero desaparecer.
—Eh Abril. ¿Querías algo? —su tono intenta parecer alegre.
"No, no, no... para ti soy Mayo —pienso."
—Yo... Tu chaqueta...
—Ah sí, no te preocupes, Héctor me la ha devuelto esta mañana. Me dijo que... bueno que al levantarse la vio y pensó que se te olvidó dármela —mete las manos en los bolsillos y finge una sonrisa.
Lo sabe. Sabe que hemos dormido juntos.
—¿Podemos hablar en privado cinco minutos? Por favor —le suplico.
Al principio, evita mi mirada, pero finalmente cede y me deja pasar a su habitación.
Tiene pósteres de diversas ciudades por todas las paredes y su escritorio está lleno de planos y distintos estuches con cosas esparcidas por aquí y por allá. Hay un poco de desorden en general, pero es exactamente como me imaginaba su habitación y me gusta.
Me doy la vuelta nerviosa y decido explicarme antes de que me ponga a llorar o decida huir.
—Yo no quería devolverte la chaqueta. No iba a hacerlo. No sé por qué Héctor te la ha dado, pero no era mi elección.
Se queda sin saber muy bien qué decir y mira fijamente sus pies.
—Charlie... —continúo—, Héctor durmió conmigo porque...
—Abril, no necesito saberlo. No tienes que darme explicaciones —me sonríe.
—¡Pero quiero! No quiero que pienses que...
—¿Que tu ex y tú habéis vuelto?
Me quedo sin palabras. Su mirada sigue apagada y esta vez soy yo la que se mira los pies descalzos.
Tendría que habérselo contado, era evidente que se acabaría enterando, pero me molesta que sea de esta forma.
—No hemos vuelto y eso jamás va a pasar —digo con total seguridad— Durmió conmigo porque pegó en mi puerta borracho como una cuba y sin llaves. Le devolví un favor y lo dejé dormir, pero no pasó ni significó nada —miento.
—Abril, en serio no me debes explicaciones. No entiendo por qué...
—¡Por esto imbécil! —lo cojo de la chaqueta y lo acerco para besarle.
Al principio no me devuelve el beso, hasta que se acerca a mí y sujeta mis mejillas mientras lo intensifica.
Siento que mi cuerpo entero arde y agarro su cuello para acercarme más, para impregnarme aún más de él.
Cuando nos separamos, ambos estamos sin respiración y nos miramos sin saber qué decir o hacer.
—¡Y me llamo Mayo! —digo para romper el hielo.
Risas. Ambos nos reímos y por fin se relaja el ambiente.
—No quiero decirte con esto que quiero una relación ni nada, solo que llevo tiempo con ganas de besarte, pero no estoy preparada para...
—¡Mayo para el carro!- —comienza a reírse y siento alivio cuando me llama por mi mote —Lo sé, y yo también tenía muchas ganas de besarte, pero no volverá a pasar hasta que quieras, tranquila.
Suspiro aliviada y sonrío. La sonrisa de Carlos es radiante y me hace sentir una calidez que hacía mucho tiempo que no sentía.
—Creo que Héctor está enamorado de ti —dice incómodo.
No, no puede ser, es imposible. Si eso fuese cierto... Nada, no cambiaría nada. Me rompió el corazón en mil pedazos y eso nunca debo olvidarlo.
—No. Decidió ponerme los cuernos y después de eso decirme que nunca había significado nada para él. Héctor solo hace esto por posesión. Se cree que soy un puñetero trofeo.
—¿Y tú? ¿Qué significa él para ti?
Me quedo de piedra porque no tengo respuesta.
Debería ser fácil decir un simple "nada", pero las palabras no salen de mi boca.
Carlos se acerca a mi y me abraza.
—No tienes que responder aún —me da un beso tierno en la cabeza.
El abrazo me asfixia, porque ya haberlo besado, es demasiado. Este beso me recuerda al que le darías a una pareja. Empiezo a notar cómo la ansiedad se apodera de cada poro de mi piel.
Carlos se aparta de mí y por fin siento que recupero el aire.
—¿Estás descalza? —sonríe con una ceja alzada.
—Es tu imaginación.
La puerta de Carlos suena y cuando se abre, me sorprendo al ver a Luis con ropa de deporte. Supongo que van a jugar al baloncesto.
Me despido antes de que Luis enlace los hilos y huyo hacia las escaleras. Tras llegar a la habitación, sigo nerviosa y me doy cuenta de lo que hice. No puedo creerme que lo haya besado.

Ex, vecinos y otros desastres naturalesWhere stories live. Discover now