03. Tratos.

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No hay dolor más fuerte, que el de perder a un hijo...o un hermano.

•••

MESES DESPUÉS:

Sus gritos me atormentan...

—¡Mamá! ¡Mamá!—Grito, a todo pulmón afuera de mi casa.

Siento que mi pecho porta dos bombas. Y están a punto de explotar.

Papá me tomó en brazos para calmarme—Shh, pequeña.

Mis ojos lo miran desesperados. Esperando que comprenda mi preocupación—Pero, padre. Sus gritos, ¿Por qué grita?

Él sonrió—Tú madre está dando a luz a tu hermano o hermana—Dice, parece emocionado.

Fruncí el ceño—¿Y eso duele?

Él se encogió de hombros—No lo sé, nunca he dado a luz—Rió. Pero volvió a poner un gesto preocupado al escuchar mi madre gritar desde la cabaña—Aunque... escuchando esos ruidos—Suspiró, mirando preocupado la casa—Te tocará algún día, pequeña.

Trago grueso. ¿Tengo que pasar por ese mismo dolor?

Ay.

Después de unos largos y tortuosos minutos. Donde papá, algunos vecinos y yo, solo nos quedamos callados.

Esperando...

Sin embargo, si antes creía que los gritos eran aterradores. Entonces el silencio abrupto lo fué aún más.

Todo sonido había callado.

Papá y yo nos miramos unos segundos, sonreí al pensar que todo había terminado.

Oh...Qué equivocada estuve.

Un grito.

Uno potente, lleno de dolor, tristeza y tan fuerte que muchos pájaros salieron de los árboles. Ese grito fué diferente, era más agudo, más horrorizado.

Mucho más doloroso.

—¡Rayos!

Papá me dejó en el suelo y salió corriendo a la casa, iba a seguirlo. Pero otro hombre, amigo de papá, me detuvo—Sera mejor que esperes, pequeña ______.

Lo miré suplicante, necesito ver a mi mamá. Puedo sentirla, puedo sentir su dolor.

¡Está sufriendo!

Pero, ya no es físicamente. Su dolor es...diferente.

—¡No! ¡Dámelo! ¡Lo necesito! ¡Él no está muerto!—Los gritos son audibles incluso desde aquí afuera.

—Mamá...—Susurré.

¿Qué?

...¿Muerto?

El amigo de mi papá me tomó en brazos mientras un muy, muy largo suspiro salía de él—Vamonos, mi esposa te cuidará esta tarde. Hoy...tu madre no estarán bien—Me dice, mientras me aleja de mí casa, de mi padre, de mi madre.

De mi hermano.

—¡No! ¡Necesito verla! ¡Mamá!

Sin importarle mis gritos, me arrastraron de mi hogar, la vecina Martha se ofreció en cuidarme, me dió comida, cama, juguetes y me trató muy bien.

Pero eso no me hacía olvidar a mi madre.

No entiendo.

¿Dónde está mi hermano o hermana?

Un poder superiorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora