𝘟𝘝. 𝘌𝘮𝘱𝘦𝘤𝘦𝘮𝘰𝘴

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Ya ha pasado una semana desde que llegamos aquí, es bonito éste lugar, es como estar en casa. No quería irme de aquí.

Estába recargada en el balcón, cuando sentí sus manos recorrer por mi cintura.
—Señorita Von—.

—Sí señor?—. Le seguí la corriente, quería escuchar que tenía que decir.

Volteó mi cuerpo hacía el y me tomó de las manos.

—Sal conmigo—.

—Esta noche?—. Pregunté mientras reía.

—Esta noche, aceptas?—.

—Si, quería salir a caminar ahora, me acompañas—. Aún era temprano.

—Voy contigo a dónde sea, pero primero iremos a comer, mi niña—. Acercó mi rostro al suyo y me dió un beso.

El sonido del timbre se escuchó por todo el apartamento, Kento solo me miró detenidamente y me dijo que no me moviera de ahí.

Empezaron a tocar la puerta con la mano y como siempre, mi curiosidad hizo que moviera los pies, me acerqué hacia la puerta de la habitación y salí, caminé hacia afuera y me detuve en una de las paredes que daban a la sala. Me quedé callada y solo asomé a la mitad de la cabeza por un lado.

Lo que me pareció extraño y me sorprendió, fue que miré a Kento tomar el arma que había guardado el día en el que le pregunté que hacia eso aquí.

Abrió la puerta y escuché que un hombre entró como si fuera su casa, alzando la voz de manera alegre y relajada. Me quedé un momento para ver y escuchar de que hablaban.

—Ahh, hombre. Me desconoces, baja esa arma—.

—Cierra la boca. Que haces aquí?—. Cerró la puerta y se aproximó hacia el cajón dónde había guardado el arma para dejarla otra vez ahí.

—Me dijeron que estabas aquí, así que vine a ver a mi hermano—.

—Que quieres?—.

—Tan frío como siempre—. Escuché que el hombre hizo una pausa y después continúo hablando. —No me vas a ofrecer nada?—. Se había sentado en uno de los sofás de la sala.

—No—.

—Bueno, yo iré, quieres algo?—.

—Qué haces aquí Cesar?—.

Nunca había escuchado ese nombre y mucho menos recuerdo a Kento mencionar ese nombre. Para mí era una persona desconocida.

—Vine a hablar de algo. Pero creo que no podemos hacerlo a solas o sí?—. Señaló hacía la dirección en la que estaba.

—M-me vió?—. Pregunté para mi misma en voz baja.

—Kento, vine a hablar de negocios—. Suspiré aliviada, creo que no me vio.

—Sobre la empresa o quieres volver a hablar sobre a quien le cedí el lugar?—. Noté que Kento preguntó eso en un tono bastante frío, creo que estaba enojado.

—Tu sabes que el no pue—.

—Ya hablamos de ésto y sí no tienes otro tema mucho más importante del cual tengamos que hablar, entonces vete—.

—Bien, está bien. Solo era una opinión—. Miré como alzó sus manos y encogió los hombros.
—Trajiste a alguien contigo?—.
Al escuchar esa pregunta salí corriendo hacía la habitación.

Me senté rápidamente en la cama tratando de analizar lo que había visto y también lo que había escuchado. ¿Por qué habrá tomado el arma tan de repente?.

Paraíso | Nanami KentoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt