T2| 𝘓𝘝𝘐.

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Una canción de cuna arrullaban los oídos de Cesar, a lo lejos escuchaba como alguien tarareaba en voz baja, se adentró a aquel cuarto de hospital mientras llevaba un rosario en la mano izquierda.

Cesar muchas veces llegó a sentir que era realmente inútil al tratar de proteger a todos aquellos a los que alguna vez amó, a su primer amor que fue asesinado enfrente de el, a su abuelo, a Kento cuando lo hirieron de gravedad, a la joven cuando fué secuestrada y lastimada, tenía miedo de no poder proteger a Li, incluso de el mismo.

—Puedo pasar?—. Preguntó mientras se adentraba a aquel cuarto. No escuchó palabra alguna así que solo lo hizo.
—Te escuché cantar—.

La persona en esa camilla ni siquiera podía contestarle, no podía moverse, no podía ni siquiera despertar, hace un largo tiempo había entrado en estado de coma. ¿Cómo era posible que estuviera tarareando?.

—Tu también me vas a dejar, Li?—. Preguntó mientras las lágrimas caían lentamente. —Por qué me odias tanto?. Por qué cuando por fin puedo ser feliz y tenerlo todo, me lo quitas?—. Preguntó hablándole a "Dios", esta vez no al suyo (abuelo). Sí no aquel al que dicen que te recibe con brazos abiertos en el cielo.
—Toda un lamentable y asquerosa vida queriendo descansar, he querido incluso morirme, cuanto más tengo que perder?, Qué estoy pagando?—.

Tomó la mano de Li y colapsó. Cayó de rodillas mientras lloraba desconsolado en la orilla de la camilla. —Por favor tú no me dejes, tu eres lo único que me queda, por favor, por favor, por favor—. ¿Cómo no aferrarse a la persona que le dió razones para seguir vivo?. Le dolía. —Mi vida ya no vale nada si tú no estás en ella, me duele el pecho, por favor levántate, maldiceme todo lo que quieras, dime qué soy un idiota por haberte dejado esa noche, dime qué lo soy por favor—.

De repente escuchó de nuevo ese sonido que por algunos años lo atormentó, ese sonido que hacia la máquina del hospital que media el ritmo cardíaco... Ese sonido, inundó toda la habitación, su garganta dolía, sus oídos dolían, su pecho, su cuerpo, no sabía por qué, hasta que de dió cuenta de que... estaba gritando.

De repente sintió como si le faltará el aire y despertó de golpe. Con la respiración agitada, con sudor en su frente y temblor en sus manos. Fue un sueño.

Una pesadilla. Hacía tiempo que no las tenía.

Inmediatamente volteó hacia su lado para encontrar a Li pero no estaba, el mundo se le vino abajo cuando miró que estaba solo en esa habitación. Se levantó rápidamente y corrió hacía la sala, fue entonces cuando miró a Li tomando agua enfrente de el.
No le importó nada y lo tomó en sus brazos, quería sentír que era real.

—MI VASO, CESAR... Qué tienes?—.

—Qué haces aquí?—.

—Me dió sed, de todas formas tu tienes la culpa, mañana tengo que trabajar y tú no dejas de molestarme—.

Cesar soltó una pequeña risa nerviosa y no lo soltó. —Te molesto?—.

—No mucho. Qué tienes?—.

—Nada, no es nada—.
No era por qué no quisiera decirle, solo no quería preocuparlo y que hiciera esa, exactamente esa cara... Con un rostro afligido y cejas levantadas Li miró a Cesar.

—Sí no es nada entonces por qué corriste hacia acá?—.

—No pongas esa cara, por favor—. Cesar tomó entre sus manos el rostro de Li y dejó un ligero beso en sus labios. —No era nada—. ¿Era estúpido admitir que era realmente triste el tenerle miedo a todo?. De la nada y con una voz baja preguntó mientras se acercaba a abrazarlo otra vez. —Tu no vas a dejarme, verdad?—. Era tan constante esa pregunta.

Paraíso | Nanami Kentoजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें