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Y tal y como dijo, recién dieron las 7 en cuánto llamó para decir que no tardaba en llegar. Tomé la ropa y con todo el nerviosismo y pena del mundo, me la puse.
Éste también venía con unas medias delgadas color negro, que llegaban a la mitad de mis muslos.
Me sentía incómoda, fui al baño para pensar un momento en lo que estaba apunto de hacer pero, ya no había marcha atrás, ya todo estaba listo.

Me miré en el espejo más de una vez y, realmente me gustaba como me miraba pero, sentía una vergüenza del tamaño del mundo.

Escuché que alguien me llamaba, sí, era el, al parecer había llegado. Escuché como subió las escaleras y en cuando abrió la puerta de la habitación, sentí que estaba a punto de darme un paro cardíaco. Me sentía tan nerviosa y con tanta adrenalina en el cuerpo, ni siquiera sabía por qué me estaban temblando las piernas.

—____________—. Llamó tocando la puerta del baño.

—Que?—.

—Te estaba buscando, que haces ahí adentro?—. Comentó entre risas.

—Tu tienes la culpa—.

—Culpa?—.

—Solo, quédate afuera sí?—. Escuché como se alejó de la puerta y me tranquilicé un poco, estaba tan nerviosa pero aún así, tomé el valor suficiente y abrí la puerta.
Salí descalza mientras mantenía mi cabeza agachada pero no pude mantenerla así por  mucho tiempo, alcé la mirada y en cuanto mire su rostro totalmente rojo, supe que le había gustado.

Soltó una pequeña risa y llevó su mano a su corbata para aflojarla

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Soltó una pequeña risa y llevó su mano a su corbata para aflojarla. —Y yo creí que eras tan inocente como para no querer ponértelo—. Dejó su corbata arriba de la cama a un lado de el, palmeo su pierna insinuando que me sentara ahí, me acerqué a él y puso sus manos en mi cintura antes de que pudiera sentarme. —Que lindo conejito—.

—No me digas así—.

Pasó sus manos por mis muslos y los apretó haciendo que soltara un jadeo. Metió sus dedos dentro de una media que tenía puesta y la fue deslizando hacia abajo.
Se levantó de la cama y quedó enfrente de mí. Sentir sus labios recorrer por todo mi cuello, hacia que me estremeciera. Su respiración tan agitada y caliente solo me dieron la respuesta de que realmente podía volver loco a éste hombre.
—Quieres sentir como me pones?—.
Susurró cerca de mi oído y frotó su erección en mi vientre. —Siento que me voy a volver loco cada vez que tocó tu cuerpo y estoy dentro de ti—.

Me recostó en la cama y desabrochó su camisa, botón por botón. Mientras el estaba en lo suyo, lleve uno de mis pies hacia su pantalón, estaba abultado debido a la erección que tenía. Comencé a mover mi pie de lado a lado, pero detuvo mi pie quitandolo y sosteniendolo en su mano.
—Pórtate bien—. Llevo su boca hasta el borde de la media y la subió hasta arriba con sus dientes,  poniéndola y acomodándola donde iba. Dejó un beso en mi pierna y se reincorporo.

Paraíso | Nanami KentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora