T2| 𝘓𝘝𝘐𝘐.

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Entraron a casa tirandolo todo a su paso, haciendo un desastre de sus prendas. Cesar decidió llevar a Li rápidamente a casa después de terminar con la pequeña celebración. Tenía su razones.
Cesar estaba tan desesperado como Li.

—Dime que me quieres en tí—. Comentó Cesar mientras recargaba el pecho de Li sobre la pared.

—Aquí no—. Cesar ni siquiera se pudo contener un poco, al menos hasta llegar a la cama. —V-vamos a—. Li sintió como bajó su pantalón y boxer de un solo tirón, no pudo evitar voltear hacia atrás para al menos llamarle la atención a Cesar pero, el ya estaba en cuclillas con su cara directamente hacia su punto.

—Separa las piernas—. Ordenó Cesar mientras dejaba una mordida en su pierna.

—No, Cesar, aquí nos, nos van a escuchar—.

Cesar se desesperó un poco y jaló una de las piernas de Li hacia un lado, sin previo aviso e ignorando las palabras de Li, comenzó a estimular su punto metiendo su lengua y dedos.

Obviamente Li se cansaría, las piernas le temblaban y su respiración no ayudaba mucho, todos esos gemidos y jadeos eventualmente se escucharían del otro lado de la puerta.

Cuando Cesar creyó que ya había dilatado lo suficiente, cargó a Li en sus brazos y tomó camino en dirección a la habitación, pero Li lo detuvo susurrándole al oído.
—Cógeme en la cocina—. Cesar al escuchar tales palabras cerró los ojos y frunció el seño, Li sabía que al hacer eso lo provocaría aún más. El definitivamente conocía que era lo que encendía ese deseo y hacia que perdiera la cordura.

A Cesar le gustaba mucho que solo a él le mostrara ese lado tan seductor que escondía.

Cesar se aproximó hacia la cocina y bajó a Li dejándolo de pie enfrente de el. Lo miró a los ojos un momento y acarició su rostro, pero al parecer, Li no quería que fuera delicado. Jaló su camisa hacia abajo y dejó un beso en el cuello de Cesar para después pasear su lengua hasta llegar a su oreja.
—Házmelo con fuerza, yo sé que te gusta tratarme como si fuera tu juguete—.

—Eso es lo que a ti te gusta—. Comentó Cesar mientras volteaba el cuerpo de Li para subir la mitad de su cuerpo arriba, dejando colgando un poco sus pies, la mesa fría hacia que se estremeciera un poco. Con fuerza y casi de golpe, con una de sus manos presionó la cabeza de Li sobre el tablón.
Una sonrisa era lo que tenía Li en ese rostro, esas fantasías, por más rudas que fueran, eran una razón más por la cual amaba a Cesar, ¿Por qué?, Lo complacía. Era el único que podía.
—Vas a rogarme?—. Preguntó Cesar mientras desabrochaba su cinturón y pantalón, listo para sacar su erección.
—Dime—.

Sintió como Li asintió con la cabeza y bajó su mano lentamente acariciando su espalda por encima de su camisa toda desalineada.

—Te escucho—.

Li llevó sus manos hacia atrás y tocó su punto, metiendo sus dedos, ni siquiera se había dado cuenta de lo húmedo que estaba, tanto que estaba comenzando a escurrir por sus piernas. —Mételo, mételo y rompeme—.

—No es suficiente—.

—Por favor, te quiero aquí—.

Cesar se agachó un poco hacía enfrente y susurró en su oído. —Quieres que lo meta?—. Volvió a asentir con la cabeza. —Cómo me llamabas?—.

Li se prometió no llamar a Cesar como lo hacía en las ocasiones en las que se encontraban en aquel bar. No por qué no quería si no por el simple hecho de que tal vez a Cesar ya no le gustaría escuchar más eso, pero nuevamente, supuso mal.

Cesar levantó su cuerpo y comenzó pasar su erección por el punto de Li.
Se sentía su desesperación.

—Por qué—. Soltó un leve gemido al sentir una nalgada que posiblemente dejaría marca.

Paraíso | Nanami KentoWo Geschichten leben. Entdecke jetzt