T2| 𝘓𝘝𝘐𝘐𝘐.

1K 103 8
                                    

—Pudiste haberme dicho que nos reuniríamos aquí, me pude haber ahorrado todo el camino que hice hacia tu casa—.

—Lo sé, pero me gusta hacerte dar vueltas—. Comentó entre risas.

—Para qué querías que viniera?—.
Preguntó un poco en duda. Cesar pensó que el motivo de su llamada era por qué necesitaba algo.

—Primero—. Hizo una pausa y se tomó un momento para respirar, realmente estaba tan nerviosa que sentía que en cualquier momento podría desmayarse. —Cesar—.

—Estás embarazada—. Interrumpió Cesar casi asombrado y afirmando a la vez.

—No idiota, no es eso—.

—Mierda, ahh Grazie a Dio, sentí como si fuera a desmayarme—. (Gracias a Dios).

—Yo también—.

—Estamos bien con Yoon. Si quieres tener más hijos en el futuro, adelante, por el momento solo enfócate en ese pequeño demonio y en tí—. Cesar no lo decía por que "no le agradara la idea" o algo parecido, solo quería que no se complicara más las cosas. Cesar sabia que tener a dos hijos iba a ser un grado de dificultad un poco más arriba de lo que podría manejar ella, tal vez no lo sabía por experiencia pero... solo lo sabía.

—Por qué estamos hablando de bebés?—.

—No sé—.

—El punto—. Y de nuevo otro suspiro. —Cesar, desde que te conozco me caes mal, eres arrogante y estresante, demasiado imprudente y nunca cierras la boca, haces preguntas sin sentido y a veces eres tan irritante que no te soporto, pero—. Al parecer Cesar se sentía insultado y claramente hizo una expresión como si se preguntara "¿Qué diablos está diciendo?", Pero se quedó callado y la dejó continuar. —Pero te quiero, he aprendido a quererte, como amigo, como hermano, como mi familia—. Cesar relajó su rostro y siguió prestandole toda su atención.
—Siempre te preocupaste por mí, incluso fuiste capaz de cometer la locura de arriesgar tu propia vida por mí. Claro que me caes mal a veces pero eso se opaca con el gran amor que te tengo, eres arrogante, estresante e imprudente, pero por alguna razón eso me hizo sonreír cuando lo único que sentía era tristeza, me ayudaste y me tuviste demasiada paciencia cuando tuve el accidente. Aún que te burlabas, arropaste y siempre recibiste con los brazos abiertos a mi Yiyi. Cuando tenía un mal día, venías conmigo y me hacías reír. Eres como el mejor amigo que siempre quise, eres mi hermano y siempre estaré agradecida por aceptar ser parte de mi familia, una vida entera no le bastará para agradecerte todo lo que haz echo por mí, me haz dado luz cuando lo único que miraba, era oscuridad y me tomaste la mano cuando sentía que estaba sola y es por eso que—. Dejó soltar un pequeño suspiro y volvió a mirar a Cesar al rostro y con nervios en el corazón, preguntó. —Tu, quisieras entregarme en el altar?—.
La jóven hubiera querido que el abuelo la hubiera acompañado al altar, claro que Cesar no era la segunda opción, pero ahora que el abuelo no estaba, no quería caminar sola, quería que alguien importante la acompañara en ese pequeño camino.

Cesar se quedó pensando un momento y le regaló una sonrisa, claro que le dió sentimiento el que le preguntara eso, claro que sintió un calor apacible en su corazón, pero no era lugar para ponerse a llorar.
Así que solo se levantó e invitó también a la joven a levantarse, la tomó en sus brazos y mientras la abrazaba con fuerza, contestó.
—Gracias a tí por dejarme ser tu familia. Nunca tuve una y ahora siento que puedo ser parte de la tuya, gracias—. Realmente los dos estaban haciendo un gran esfuerzo por no llorar. Se separó de ella y tomó su mano como lo hizo cuando la conoció, besó la parte superior de su mano, sosteniendola solo de los dedos y con una gran sonrisa dijo. —Será un placer—.

Ahora que había aceptado, solo le quedaba una cosa por tachar en la lista. El vestido.
Realmente ya tenía en mente como era que lo quería, así que decidió ir ese mismo día antes de que llegara la tarde.

Paraíso | Nanami KentoWhere stories live. Discover now