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—Bien, entonces asegúrate de llamarme o mandar mensaje—. Bajé del auto y me dirigí hacia el otro lado para subir a la banqueta.
—Por favor no vayas a ningún otro lado—.

—No lo haré—.

—Bien, vuelvo por tí en cuanto me mandes un mensaje, está bien?—. Asentí con la cabeza y me agaché en dirección hacia la ventana para darle un beso en la mejilla.

En cuanto se fué me dí la vuelta para ver la gran entrada de aquella biblioteca que alguna vez fotografié, no recordaba muy bien cuando fue que lo hice pero recuerdo la sensación que me causó, era tan cálida y tranquila.

Subí los escalones que se dirigían hacia la gran entrada y al momento de querer entrar, escuché una voz bastante fuerte. Lo cuál me pareció extraño, ya que es normal que se escuche el mínimo ruido en un lugar como éstos. Entré y miré que habían unas cuantas personas hasta el fondo de la biblioteca, era grande y de dos pisos así que me pareció aún más extraño que estuvieran ahí.

—Entonces tenemos a Apolo—. Escuchar ese nombre hizo que capturara totalmente mi atención esa plática. Miré como acercó una pequeña mesa con una escultura encima, era de un hombre de época, al parecer era un dios, había escuchado hablar de ellos alguna vez, pero nunca puse atención.
—Alguien me puede decir quién es?—. Preguntó el señor mientras miraba a las personas sentadas frente a el.

Me quedé en el fondo sentada en una silla mientras escuchaba la plática desde ahí.

—Tengo entendido que es el dios de la belleza y perfección, también que es uno de los hijos de Zeus—. Comentó un hombre, se miraba joven en cuanto su aspecto se trataba y su voz sonaba bastante fuerte como para llenar cada hueco de esta gran biblioteca.

—Correcto Remial—.

—Pero no solo eso, sí no qué, espero y estén tomando nota—. Asumí que era una clase, por lo último que escuché del señor.
—Prosigo, Apolo era reconocido por su abundante belleza y no solo eso, también era reconocido como Dios de la adivinación, profecía, tiro al arco cómo es representado en muchas pinturas y esculturas, como Dios de la curación y la enfermedad, tambien era quién dirigía el coro de las musas. Pero para hacerlos interesarse un poco más en éste personaje, les contaré una pequeña historia. Pongan atención—. Se levantó y tomó un cuadro que tenía encima de la mesa y lo mostró hacia enfrente.

 Se levantó y tomó un cuadro que tenía encima de la mesa y lo mostró hacia enfrente

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—Esta pintura está representada por Apolo y Jacinto. Apolo como bien conocíamos, era un hombre bastante bello, tuvo varios amantes, tanto hombre como mujeres, entre otros, pero en éste momento centremonos en ésta historia. Jacinto era un principe, era hijo del rey de Esparta en ese entonces, en cuanto Apolo miró a Jacinto, cayó totalmente perdido en sus encantos, Jacinto a pesar de ser un simple mortal, gozaba de una gran belleza; tras unos encuentros amorosos entre estos dos, se enamoraron el uno del otro. Un día como cualquier otro, se encontraban lanzando un disco, Apolo para impresionar a Jacinto lanzó tan fuerte el disco que al momento de regresar, éste golpeó la cabeza de Jacinto dejándolo caer mue—. Unas cuantas risas se escucharon por toda la biblioteca causando que se detuviera el profesor. —No le veo la gracia muchachas, este es tema de trabajo y exámen, se los recuerdo a todos. Me dejan continuar?—. Guardó silencio por algunos minutos y siguió con su plática.
—Se dice que no fue culpa de Apolo el que el disco de haya desviado en dirección a Jacinto, hubo un tercero que por causa de los celos, desvío el curso del disco con el viento para que éste golpeara a Jacinto y lo matara, ese tercero, fue Céfiro, de quién hablamos la clase anterior, alguien puede recordarme de que era Dios éste personaje?—.

Paraíso | Nanami KentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora