Capítulo 3.

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Lena.

Mamá acababa de llamarme para decirme que necesitaba mi ayuda urgente y que ninguno de mis dos hermanos podía ir a socorrerla, pues ambos estaban envueltos en algunas actividades que los habían sacado de la ciudad por todo el día. Yo solía ser calmada y mucho más metódica, sin embargo, mamá parecía realmente afligida y un tanto choqueada, pues ni siquiera fue capaz de decirme que era lo que le había pasado.

—Necesito salir. — Musité en un intento de liberarme de las garras de Kara Danvers. — Mamá me necesita, señora. Muévase.

—¿Está todo bien? — Preguntó con el entrecejo fruncido mientras se hacía a un lado. — Lena, háblame.

No podía quedarme a conversar con ella, no ahora. Simplemente comencé a caminar en dirección contraria , intentando pensar en cualquier persona que pudiera ayudarme de cierto modo, viendo como se encontraba mamá en ese momento. Pero no, yo no conocía a nadie en esta maldita ciudad aparte de mi familia y Kara Danvers.

—Lena, te estoy hablando. — La escuché, pero no pensaba detenerme a conversar, en este momento solo tenía que enfocar mi mente en encontrar el carro. — Lena, no quiero fastidiarte. — Ya desesperada porque mi mente pareció no funcionar, saqué las llaves de mi bolso y comencé a presionar el botón de la alarma.

—Maldita sea. — Musité entre dientes.

Antes de poder seguir con mi búsqueda, un fuerte tirón me hizo soltar las llaves, dejándolas caen en cualquier lugar, pero esta no sonó. Casi de inmediato comencé a buscar, encontrándome con los ojos azules de Kara y mis llaves en su mano.

—Deme las malditas llaves. — Bufé cada palabra. — No estoy para juegos.

—No estoy jugando. — Espetó firme. — Pero estás demasiado alterada y no pienso dejarte conducir.

—¡Tengo que ir con mi madre!

Kara solo se inclinó. — Entonces voy contigo. — Susurró como si fuese un secreto. — No pienso dejarte ir directo a tu muerte. — Quería abofetearla. — Así que, vamos a mi carro, está justo aquí al frente, después podemos venir a buscarlo, cuando resolvamos lo que tu madre.

Golpeé con fuerza su brazo. — ¡No puede ser tan desesperante, señora!

—¿Nos vamos, corazón? — Preguntó en ese habitual tono de burla.

Quise bufar de alguna manera, o decirle unos cuantos improperios, pero lo cierto es que ya no sabía que tanto efecto tendrían en esa odiosa mujer. Comencé a caminar al frente de ella , esperando a que me indicara cuál era su carro.

—Aquí está su transporte, princesa. — Indicó el carro con una inclinación ceremonial y bastante irónica. — Permítame abrirle la puerta.

Mi mano salió disparada cuando ella se posicionó a mi lado para abrir la puerta. — ¡Deje de burlarse, cretina!

—No me maltrates, corazón. — Reclamó cerrando la puerta luego de que subí. De inmediato comenzó a correr para poner en marcha el coche, asegurándose de que no tuviese ningún medio de escape. — No me querrá estando magullada.

—¡No la quiero ahora! — Grité desesperada. — Deje de ser tan irritante.

—Usted me quiere. — Podía presentir que la desgraciada se estaba riendo. — Me quiere dar otros buenos besos para liberar esa tensión que nos rodea. — La sonrisa de esa animal solo me hacía querer golpearla. — Y yo también quiero. — Dijo como si nada. — Si no fuese por su madre le juro que me la hubiese llevado sobre el hombro y le habría dado unos buenos azotes para que deje de ser tan mentirosa.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpWhere stories live. Discover now