Liam quiere a mami, Lori quiere a Lu, Lu quiere a Kripto, ¿Quién quiere a Kara?

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Lena.

Las manos de Kara recorrían mi cuerpo sin descaro, pellizcando concienzuda toda la piel que lograba abarcar con mi camisón desajustado, arrancándome el aire y cada uno de los intentos por volver a poner en orden las ideas que parecían haberse escapado de manera indiscutida.

Sus labios hambrientos me robaban el alma y las ideas coherentes. Las grandes manos de mi esposa tomaron mis muslos y tomaron impulso, dejándome sentada en la mesada de la cocina con ella entre mis piernas, dejándome completamente vulnerable, perdida ante esos deseos latentes que pese a los miles de intentos nunca se lograban apagar.

—Nunca. — Jadeó entre besos, perdiéndose entre besos en mi cuello. — Jamás vuelvas a pensar que dejaré que otra persona te toque. — Sus dientes se prendaron a la piel expuesta. — Que se te acerquen. — Mis dedos por inercia se movieron hasta enredarse en sus hebras rubias, intentando encontrar un equilibrio mientras me tomaba al tirante de su camiseta. — Y si me llego a morir antes que tú, prometo que espantaré a todos tus pretendientes como fantasma.

Lancé una risa despreocupada. — Estás loca.

—Loca de amor por ti. — Musitó entre besos candentes, lo que contrastaban con la cadencia de sus besos. — Porque tu eres mía y yo soy tuya, de tal manera que te amaré en esta y en muchas vidas más.

Por un instante me perdí en la dulzura de esos ojos azules llenos de una fiereza que apenas se podía controlar, me dejé absorber por la hermosura de esa mirada repleta de amor, de esos brazos que pese a ser rudos me daban una seguridad que jamás podría encontrar en nadie. Mientras la miraba pensaba desesperadamente en el sentido de un castigo que también me torturaba a mí, y la posibilidad de encontrar otro método para hacerle saber mi descontento sobre sus actuares.

Al parecer, ella también lo sintió y terminó por volver a arrojarse a mis labios como si fuese su único salvavidas en medio de un mar tumultuoso que no la devana encontrar estabilidad. Esta vez, mis piernas y mis brazos la rodearon, esperando que de alguna manera ya no se pudiese separar más de mí; cediendo, de una vez y por todo ese control desesperado que deseaba tener a cada paso.

Entonces, ese llanto desesperado llegó a nuestros oídos, fino y persistente.

Kara se separó de mi y dejó caer su cabeza hacia atrás. — Liam. — Suspiró. — Liam tiene un maldito radar.

—¿Puedes ir a verlo? — Pedí suavemente posando la mano contra su hombro. — No debe despertar a Lu o a Lori, porque ahí tendremos un autentico desastre.

—Voy. — Antes de que pudiese tomar acciones tomé su rostro y la besé con suavidad, encontrándome directamente con la mirada dulce de mi esposa. — Prometo volver pronto, no te muevas.

Vi como a regañadientes ella se movía, corriendo con las piernas medias abiertas, intentan no apretar de manera accidental su erección. La escuché refunfuñar, quizás en contra de nuestros hijos o quizás contra ella misma por no correr directamente más rápido y evita el desastre absoluto de encontrarse con tres niños malhumorados, llorando a todo lo que sus pulmones daban.

Brevemente escuché como el llanto cesaba un poco, dejando entrever que Kara había logrado tomar entre sus brazos al niño, pero tan pronto como la calma comenzó, se esfumó y el silencio se llenó por un llanto el doble de fuerte y muy malhumorado. El sonido se movía con rapidez, sabiendo que pronto aparecería.

Kara venía con Liam rojo de la fuerza que hacía para gritar aún más fuerte, poniendo sus manos frente a su carita como una especie de protección y lanzando alaridos que no era posible que salieran de un cuerpecito tan pequeño. Su madre, en claro pánico al enfrentarse por primera vez a un bebé de tres semanas era memorable.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpWhere stories live. Discover now