Capítulo 8.

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Kara.

Había dicho que ella también lo quería y yo apenas podía hacer un esfuerzo por seguir respirar sin que el corazón se me desarmara o que mis pulmones colapsaran. Lena deseaba con tanta fuerza como deseaba yo, y por alguna razón en momentos como este había decidido revelar que ese deseo la estaba consumiendo al igual que a mí.

Las manos me sudaban, y aun así partieron para apretar su cintura. — No me digas esas cosas, Lena. — No era capaz de reconocer mi propia voz, era como si un puñado de tierra pasara por mi garganta y la secara en un instante. — No cuando sabes todo lo que me haces sentir.

—Solo deja de mirarme así. — Pidió en un susurro piadoso. — Necesito poder respirar cuando te tengo cerca.

—Es irónico. — Mi cuerpo completo sufrió la corriente de haber tocado accidentalmente la piel de su cintura. — Porque yo lo único que quiero es respirar sobre tus labios y perderme en ellos mientras te beso como si el mundo fuese a acabarse.

Lena gimió furiosamente cuando cada parte de mi cuerpo tuvo la misma idea de avanzar directamente donde la mujer esperaba con ojos deseosos pese a que su boca expresaba algo completamente ajeno a lo que sus ojos me decían. En pocos segundos ella estaba siendo presionada contra la pared, mientras que mis caderas se arqueaban en un movimiento involuntario de presiona y restregar, deseando que de alguna manera mágica la ropa desapareciera y me dejara experimentar el tacto de su piel contra mía.

—Deja de mirarme así. — Volvió a decir, aunque sus manos subieran por mi cuello y obligara a mis ojos perderse en los de ella. — Por favor, no me mires así porque no sé si quiera parar.

—No quieres. — Declaré antes de tomar con fuerza su boca, estrujando y haciendo mía de todas las maneras que se podía.

Mis labios se abrieron en una especie de caricia dominante que intentaba transmitir que era yo quien mandaba en este lugar, que eran mis brazos los que la sostenían y que era mi boca la que estaba asaltando la suya con un hambre incontrolable. Fue incontenible el hecho de tomar sus mejillas entre mis manos, tirando un poco más cerca, presionando lo suficiente como para que su lengua apareciera como una flor que abría el botón y fuera a intentar luchar de poder.

Jadeos casi dolorosos escaparon de su boca, quizás de mí también lo hicieron, pero no podía concentrarme en nada propio si tenía esa figura hermosa entre mis brazos dispuesta para acariciar, abrazar y poseer. Sabía hacia donde tenía que ir, solo necesitaba que me diese alguna señal de que no saldría despavorida si daba otro paso más cerca, si iba a darle una

Jadeos casi dolorosos escaparon de su boca, quizás de mí también lo hicieron, pero no podía concentrarme en nada propio si tenía esa figura hermosa entre mis brazos dispuesta para acariciar, abrazar y poseer. Sabía hacia donde tenía que ir, solo necesitaba que me diese alguna señal de que no saldría despavorida si daba otro paso más cerca.

Un escalofrío dulce atravesó mi espina en el momento que la frialdad de la punta de sus dedos acarició esa ínfima línea de piel que había quedado expuesta en ese ataque descabellado de pasión; luego, sus dientes tiraron de mis labios de una forma casi temerosa que provocó un corto circuito en mi cabeza.

Un sonido completamente gutural se me escapó de la garganta en el momento en que mis manos se aferraron con fuerza a sus muslos para alzarla en contra de mis caderas, suplicando porque comprendiera que deseaba que enredase esas carreteras de muerte a mi alrededor. Gracias a todos los santos, mi suplica fue escuchada y tanto sus piernas como sus manos encarraron mi cuerpo en un deseo furioso de encontrar un punto de apoyo.

Caminar a ciegas nunca me pareció tan oportuno, cuando los dedos tiernos cepillaron las hebras enredadas y rascaron mi cuero cabelludo, mientras que su vida entera parecía verterse a bocados pequeños sobre mi boca, en besos desordenados que apenas lograban establecer una separación oportuna entre uno y otro.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora