Capítulo 9.

1.4K 116 15
                                    

Lena.

Los tenues rayos de sol llegaron a mi rostro, calentando con suavidad sin llegar a ser molesto, lo que indicaba que no pasaban a más de las siete de la mañana y quizás Rubs ni siquiera se había planteado despertar. Intenté desperezar, pero las piernas parecían doler al punto del calambre y mi cuerpo completo comenzó a sentir como a la reciente actividad física hacía estragos en mis miembros resentidos.

Me moví cuidadosamente, encontrándome con un gran espacio vacío a mi lado. Kara no estaba, de hecho, parecía haberse ido desde hace algún tiempo porque solo quedaba una especie de estela con su olor y el calor completo se había disipado de la suave ropa de cama.

—Tienes que comportarte. — Escuché la voz de Kara desde el fondo del pasillo, acercándose cada vez más. — Tenemos visitas y por lo tanto tenemos que ser los mejores anfitriones, Kripto. — Cuando escuché las pisadas supe que se dirigía a la habitación, así que dejé caer todo el peso de mi cuerpo sobre la cama en un intento de parecer dormida. — No puedes ensuciarte así, imagina que Rubs te fuese a abrazar y tú la manchas con tus patotas mugrientas. — En efecto la rubia entró a la habitación con un cachorro en sus brazos, dirigiéndose al baño a paso firme. — O imagínate que Lena se hubiese despertado y tu hubieses manchado esos pantalones que le hacen ese hermoso trasero con tus patas llenas de barro.

Me quedé completamente aplastada contra el colchón con la mirada puesta en la puerta del baño, en donde la rubia seguía refunfuñando en contra de la poca educación del cachorro que de seguro solo le mecía la colita y le daba lametones para disculparse.

Pensé en lo tierna que se vería, quizás en el parecido que podría tener con el bendito cachorro que era la alegría de mi sobrina. Kara se estaba tomando todas las molestias que podía para hacer sonreír a esa niña que había visto su propio mundo siendo remecido furiosamente desde el accidente, viendo amenazado todo lo que alguna vez había visto como segura.

Quizás había sido demasiado arriesgado permitir que esa persona que tenía al frente se metiera de lleno luego de lo que había pasado con la deuda, cosa que aún no estaba resuelta del todo. No obstante, desconocía que procedía ahora, luego de lo que había pasado entre nosotras esa noche. Había demasiadas cosas que no podía controlar y muchas más que desconocía al punto de no poder dar una respuesta a nada que fuese a futuro.

¿Qué pasaría ahora? ¿Qué diría cuando supiese que estaba despierta? ¿Hablaríamos?

—No puedes ser un marrano. — La escuché hablar y tan pronto como dijo eso entró con el cachorro descansando sobre su antebrazo, completamente laxo y entregado a su ama. — Te acabo de dejar limpio, así que cuando vayas al segundo paseo del día, ni se te ocurra acercarte a los charcos de lodo porque no pienso bañarte una vez más. — Antes de poder continuar con sus divagaciones sus ojos azules terminaron por centrarse en los míos que se habían negado a dejar de mirar la tierna escena de esa rubia hablando con Kripto. — Yo... buenos días. — Musitó.

—Buenos días. — De inmediato me senté, llevando las rodillas contra el pecho. — ¿Problemas con el pequeño?

Apenas apunté al cachorro, este comenzó a removerse contra los brazos de Kara en un intento de que su dueña la dejase caer a la cama para correr hasta donde estaba yo; parecía estar tan emocionado por recibir un poco más de atención, que retorcerse parecía ser la única opción válida que podía sacar.

—Quieto, engendro de Satán. — Musitó firmemente la rubia, intentando mantener bajo control al cachorro que seguía removiéndose. — Lo siento, Lena, es que... — El cachorro logró zafarse para estirarse a la altura de mis manos. — Está muy emocionado.

—No importa. — Por alguna razón todavía podía sentir las manos de Kara recorriéndome y la vergüenza luego de una noche desenfrenada se empeñó en aparecer, así que solo extendí mi mano por la barriga del cachorro que ya se había acomodado y mantenía la lengua colgando al lado de su hocico. — Este pequeño es quien le arranca las carcajadas a mi niña, así que se merece todo.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora