Capítulo 42.

1K 84 18
                                    

Samantha.

—Amor. — Palmeé suavemente su rostro, intentando hacer una especie de malabarismo para no carme mientras Ruby se aferraba con fuerza a mi pierna. — Amor, por favor, despierta. — Veía a la obstetra riéndose a mi lado. — Carina, no te rías, deberías ayudarme.

—Lo siento. — Lazó entre carcajadas la castaña. — Es que se desmayó sin estar segura de que estás embarazada. — Tal parece que la doctora por fin había decidido hacer algo por mi novia y estaba rebuscando entre los implementos de la consulta a la que nos habíamos metido. — No me imagino que pasará cuando se enfrente a un parto.

Imaginarme a Alex cayendo como un saco de patatas mientras sostenía la cámara cuando un bebé pequeñito y rosado lanzaba gritos llenos de vida al nacer me llenó el alma, luego me dio una felicidad irracional y finalmente había terminado por darme una risa casi incontenible. Ruby, entre el susto y la confusión también terminó por reír.

—No seas mala, DeLuca. — Le reprendí. — Ella... ella es...

—Es la persona que quieres llamar al final del día. — Completó acercándose con un algodón lleno de alcohol en su mano para pasarlo por el rostro de Alex. — Te comprendo, Luthor, es la indicada. — Luego de terminar de pasarlo por el rostro lo acercó a su nariz. — Esto la despertará.

Mi mano se puso en el pecho de Alex, y por un segundo recé porque ella no se asustará si realmente esto estaba pasando.

Alex.

—¡Hey! — Un pequeñito muy parecido a Sam, con cabello un poco rizado y algo más oscuro que el de Rubs llegó. — Te tengo un chisme.

¿A quién le estaba hablando? — No, no es un chisme. — De inmediato llegó otro pequeño solo un poco distinto pero de su misma edad, el cabello lacio y un poco más oscuro. — Es una acusación de suma importancia. — Ellos estaban hablando conmigo, me hablaban a mí. — ¡Tienes que detenerlo!

—¿Yo? — Apenas reconocí mi voz, solo sabía que estaba hablando porque mi boca se había movido. — ¿A quién quieren acusar?

El primer pequeño se encogió de hombros. — A nuestra hermana. — Declaró como si fuese lo más obvio del mundo. — Está de novia con un chico, y ella no puede tener novios.

—Tu dijiste que no podía tener novio hasta los 35 y ella no tiene esos años. — Complementó el segundo niño. — Está ahora con él, debes venir a verlo por ti misma.

Cada uno me tomó de la mano, comenzando a arrastrarme por una calle que me parecía conocida pero que no podía decir su nombre, solo sabía que caminar por esas calles era algo que hacía casi todos los días. Entonces, frente a mi había una niña de unos 15 años tomada de la mano de un muchacho que sonreía. Afiné un poco más la vista, entonces, la reconocí.

—¡Viste! — Dijo el niño uno.

—¡Es ella! — Dijo el niño dos.

Era Ruby, esa niña era Ruby y se estaba dejando abrazar por un mequetrefe.

—No. — Susurré un tanto perdida, viendo que ella también se estaba inclinando. — ¡No! — Dije un poco más fuerte, sintiendo que el corazón se me iba a escapar por el pecho. — ¡No lo beses!

Algo frio recorrió mi rostro y la sensación del corazón a punto de explotar me rompió.

—¡Ruby, no lo hagas! — El grito me salió del alma, sacándome de cuajo de esas calles conocidas y de la compañía de esos niños para traerme a un insípido blanco en las paredes.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpOnde histórias criam vida. Descubra agora