Capítulo 45.

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Lena.

Tienes que detenerlo. — Una voz llegaba desde los confines de una oscuridad que no comprendía. — Lena, debes despertar. — Parecía angustiado y completamente desesperado. —Debes detenerlo antes de que termine por condenar su alma y te lleve a ti por delante.

—¿Dónde estás? — Ni siquiera sabía a quien estaba buscando, solo sabía que todo lo que decía me hacía sentido aunque aún no comprendiera el porqué. — ¿Quién eres?

Unas manos cálidas se posaron en mi espalda. — Tu sabes, Lena, siempre estoy contigo. — Girarme había sido una tarea trabajosa, hasta que simplemente me encontré con unos ojos que conocía a la perfección, ojos llenos de bondad y de esperanza. — Siempre he estado contigo.

—Jack. — Musité con un nudo en la garganta, sintiendo que volvía años atrás. — Pero tu...

Asintió. — Es por eso, que necesito que despiertes.

—¿Dónde está Kara? — Al mencionar a mi esposa, la sonrisa de ese amor de juventud se extendió llena de alegría. — ¿Está ella con Lu?

Las manos del hombre se extendieron y tomaron mis mejillas. — Lena, necesito que me escuches. — Sus ojos eran comprensivos, casi como si comprendiera mi confusión. — Sé que te rompí en muchos sentidos cuando me fui, pero necesito que sepas algo.

—Me dejaste sola y asustada. — Susurré sin querer. —Te fuiste y sentí tanta culpa.

—Sabes que yo no quería irme, bonita. — Cuando escuché ese pequeño apodo cariñoso que años atrás me removía el alma pasar sin penas ni glorias, solo tomando la significancia de un recuerdo bonito, me hizo saber que estaba sanando. — Y sabes que esto que pasó no es tu culpa, nunca fue tu culpa entrar a este huracán destructivo en el que yo mismo te involucré. — Mucho tiempo me culpé, durante años pensé que no merecía que nadie me amara por haber provocado esa muerte. — Y necesito que me perdones.

—¿Por...?

—Por provocarte este dolor, bonita. — Sabía que esta era la despedida que nunca tuvimos y que todo el mundo nos negó. — Lamento tanto esa pelea y lamento que tuvieras que lidiar con la oscuridad de mi hermano, lamento que tengas que pasar por esto otra vez, Lena, porque no te lo mereces. — Ese tierno amor de juventud se acercó suave y me abrazó como debió haber sido años atrás, sin embargo, esta vez tomaba un tinte diferente y una promesa de aceptación. — Pero necesito que despiertes, necesito que estés con Kara y que busques a tu hija, que busques a tu sobrina. — Se separó suavemente, mirándome a los ojos con cierta culpa. — Necesito que detengas a mi hermano porque ya ha condenado lo suficiente su alma y no tiene salvación alguna; y no tiene salvación alguna; necesito que despiertes, porque debes detenerlo.

—¿Y si no puedo?

—¡Lena, despierta! — Habló con más fuerza, con mucha más energía. — ¡Lena, despierta! — Sonaba diferente, sonaba como otra persona. —¡Despierta, por favor!

El negro que me rodeó de pronto desapareció. Los ojos llorosos de Sam aparecieron preocupados frente a mí, derramando lágrimas amargas mientras me miraba completamente temerosa; el dolor de mi garganta se extendió con rapidez, apenas permitiéndome hablar. El dolor fuerte que raspaba mis cuerdas vocales y la pesadez que se extendía en mi alma terminó por migrar en un grito profundo que remeció las paredes que nos rodeaban.

—Tranquila, hermanita. — Sus manos intentaban mantenerme acostada, pero yo no podía, simplemente no podía dejar de retorcerme y de gritar. — Lena, te vas a hacer daño. — Quería, deseaba con todo el corazón que doliera para poder ser ese ser despiadado que le arrancara la cabeza. — Corazón, necesito que te calmes o no te dejarán salir de acá. — Mi voz se silenció, pero el dolor penetrante seguía dándome el recuerdo fiel recuerdo de que mi vida se estaba desmoronando. — Tienes que estar bien, porque te pedirán declaración; alguien te ha atacado y...

La deuda de Los Luthor. - SupercorpOù les histoires vivent. Découvrez maintenant