La deuda de Los Luthor. - Supercorp

Capítulo 50.

Lena.

Kara se había vuelto una especie de fantasma luego de la noticia de mi embarazo, no transmitía palabra alguna, solo me miraba con la boquita abierta, abrazaba por la cintura con delicadeza para "ayudarme a caminar" y luego cerraba su boquita en ese intento desesperado por no parecer idiota.

He de decir que me causaba ternura su catatonia, hasta que en cierto punto comenzó a asustarme, sobre todo cuando comenzamos a emprender el camino de vuelta a casa y su pierna temblaba bajo el esfuerzo de presionar demás el acelerador. Todo el camino de vuelta a casa no superó más allá de los 65 kilómetros por hora para disminuir

He de decir que me causaba ternura su catatonia, hasta que en cierto punto comenzó a asustarme, sobre todo cuando comenzamos a emprender el camino de vuelta a casa y su pierna temblaba bajo el esfuerzo de presionar demás el acelerador. Todo el camino de vuelta a casa no superó más allá de los 65 kilómetros por hora para disminuir el riesgo de accidente.

Luego de ese extenso regreso a casa, Kara básicamente había gritado cada vez que quise hacer algo por mi propia cuenta. Intenté abrir la puerta, ella gritó, se lanzó hacia adelante mientras murmuraba un escueto "déjame a mi" y luego se dispuso a hacer cualquier cosa que yo deseara, incluso cambiar el pañal de Lu.

—Kara, no puedes tenerme sentada todo el día. — Recuerdo haberle dicho con suavidad para no herir sus sentimientos. — Hay cosas que son necesarias que haga por mí misma.

Ella se quedó pensando un momento. — Pero... pero... tengo que asegurarme de que nada malo te pase.

—Tienes que confiar en mí. — Susurré acomodando a la pequeña rendida en mi brazo, estirando el otro para acariciar la mano de mi esposa. — Kara, estar embarazada no es estar enferma.

—¡Yo lo sé! — Claramente ella no comprendía en absoluto la intención de mis palabras. — Pero hay que cuidarte durante los primeros meses para disminuir el riesgo de abortos espontáneos. — De seguro la muy estúpida había comenzado a investigar y ahora era un mar de nervios. — Y luego hay que cuidarte mucho, porque el bebé comenzará a desarrollarse y crecer mucho, por lo tanto deberemos tener cuidado con algún golpe, o caída, o...

—Kara, basta. — Intenté cortar de lleno ese hilo de pensamientos negativos. — No todo puede ser malo, tienes que confiar. — Ella estaba comenzando a formar otro argumento contundente sobre las formas en las que me puedo hacer daño. — ¿Qué pasa si debo ir al baño o tengo que ducharme?

Kara bufó. — Te acompaño. — Lanzó sin ningún tipo de culpa. — Si debes ir al baño te espero en la puerta y si te debes duchar... yo... yo... estaré en el inodoro, esperando para ayudarte a salir, porque puedes resbalarte.

No podía creer. — Creo que estás exagerando. — Musité intentando ponerme de pie con la niña dormida a cuestas. — No puedo ir por la casa como si pisara huevos. — Antes de que pudiese comenzar con mi tarea, mi esposa tomó cuidadosamente a la niña y luego me tomó de la mano para poder ayudarme a ponerme de pie. — Gracias.

—Déjame cuidarte. — Me dio esa mirada dulce, de esas que te removían el alma. — Yo... yo no sé qué hacer. — Susurró cuidadosamente, dando una sonrisa mientras se acercaba pausadamente para dejar un beso en mis labios. — Pero, necesito cuidarte, mi amor.

No podía con su mirada de cachorro pateado. — Vamos a acostar a la niña y luego vamos a dormir. — Musité quedamente, acariciando su brazo como si fuese una especie de tregua tácita. — Ha sido un día largo para ambas y creo que no llegaremos a ningún acuerdo si nos enfrascamos en una discusión a estas horas.

Kara asintió suavemente, dando pasos determinados hacia la habitación de nuestra niña, sim embargo, cortó la acción y volvió sore sus mismos pasos hasta estar frente a mí, dando otra vez esa mirada dulce que solo ella podía dar. Antes de poder preguntar cualquier cosa, sus labios descendieron fuerte y determinados, besándome con exigencia mientras suspiraba delicadamente cada vez que lograba mordisquear mi labio inferior.