Capítulo 31.

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Lena.

Cuidadosamente intenté poner un algodón sobre la nariz de Kara, quien se encontraba sentada en una silla en medio de la sala, con la cabeza recargada hacia atrás para cortar la sangre que le escurría profusamente. Estaba segura de que Sam le había roto la nariz.

Volví a acercar, recargando suavemente el algodón, pero solo obtuve un par de manotazos torpes y un alarido que dudaba que fuese humano.

—¡Me duele! — Vociferó encogiéndose directamente para protegerse de mí.

La miré severamente. — Kara, quédate quieta. — Ordené. — Hay que limpiarte esa nariz para poder llevarte al hospital y ver si está rota.

—No la tendría rota si ella no me hubiese golpeado. — La rubia aún no decidía si estar furiosa o no por la situación, y aun así, no dejaba de pelear como una guerrera. — ¡Y ahora a mí me duele!

Sam apareció por la puerta con una bolsa de hielo recargada en los nudillos. — Una nariz rota es lo menos que te mereces, hija de...

—¡Las niñas! — Alex también estaba ahí, un poco perdida y quizás a la defensiva. — Están las niñas, amor y Rubs últimamente repite todo lo que dices. — Ella no parecía estar de ningún lado, solo miraba a mi hermana con amor, luego miraba a Kara con orgullo y a mi... no lo sé. — Quizás deberíamos conversar como personas adultas.

Aprovechando la distracción, intenté acercarme a la rubia temerosa, pero que ella estuviese enfrascada en observar nueva pelea emergente no significaba que no me estuviese viendo con su vista periférica mientras se acercaba.

—¡No me toques, mujer endemoniada! — Vociferó manoteando desesperada. — Estoy enamorada de ti, pero no es suficiente para que me deje manipular y que me deje tocar por esa cosa.

Sam volvió a enfrascarse en la rubia, llena de rabia. —¡Embarazaste a mi hermana! — Gritó. — Luego... — De inmediato se dio cuenta de que Rubs estaba mostrando un par de juguetes a Lu en la habitación contigua. — Luego te acostaste con tu ex, estando en una relación establecida. — Terminó entre susurros furiosos. — Mi hermana se fue, maldición, se fue por más de un año porque hiciste esa mierda. — Mi hermana parecía completamente furiosa y fuera de su. — Una nariz rota es lo menos que te mereces!

Kara jadeó. — Al menos mi nariz era bonita antes de que la arruinaras. — Lloriqueó. — Y mi niña no tendrá opción de que se arruine su hermoso rostro.

—Kara. — Miré directamente a la rubia para detener esa pelea campal. — Sam. — Los ojos azules de la rubia se fijaron en los míos, Sam en cambio solo miró por la ventana. — ¿Podemos hablar de esto después? — Tenía que curar a Kara, luego darle de comer a Lu y finalmente me tenía que enfrentar a la inminente verdad de que se había destapado la caja de pandora de mis propios secretos oscuros. — Hay... hay que entender que somos adultas y que, en efecto, tenemos a dos pequeñas bajo el mismo techo.

—¿Puedo ir a pasear un momento con las niñas? — Lanzó Sam completamente ajena a lo que decíamos. — No soporto a este esperpento de mujer lloriqueando por una nariz.

—¿Te golpeo yo? — Por primera vez Kara parecía dispuesta a responder con la misma dosis de agresividad y furia. — Porque también puedo hacerlo, soy más grande y definitivamente más fuerte. — El pánico llegó cuando vi a esa mujer hacerse tan grande como podía, poniéndose de pie con la intención de imponer respeto y autoridad. — Y definitivamente ya estaba suficientemente cabreada por el golpe y tu actitud está haciendo que me cabreé el doble.

Alex se interpuso, poniendo en la mano en el pecho de su mejor amiga. — Kara, te amo, pero si intentas tocar a mi mujer te haré una llave en el cuello. — Espetó con calma, mirando con dureza a la persona que parecía ser su compañero de travesuras. — Y sé artes marciales. Eres grande, pero puedo noquearte.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpWhere stories live. Discover now