Capítulo 16.

1.2K 106 17
                                    

Kara.

Lena parecía temblar a mi lado, demasiado inquieta como para hacer otra cosa que mover desesperadamente la pierna mientras perdía la mirada en el paisaje que escondía el amanecer de National City.

Después de que Lex interrumpiera de manera abrupta nuestra noche juntas, y luego de aclarar de manera vergonzosa que yo quería realmente a esa chica que había compartido la noche conmigo, todo se había vuelto un caos insoportable de gritos, llantos y desesperados caminares sin sentido. Lena había protagonizado una caminata en línea recta, en completo silencio mientras miraba con temor a la puerta, para finalmente tomar sus llaves y disponerse a manejar en dirección directa al hospital.

Me costó un poco comprender que ella había entrado en una especie de estado de catatonia de shock, haciendo cosas que no tenían sentido. Apenas logré subir mis pantalones y correr tras de ella con la blusa y zapatos enganchadas en la mano; cuidadosamente tomé las llaves de sus manos y las deslicé cuidadosamente entre mis dedos.

—Kara. — Había dicho en un tono ausente. — Tengo que irme.

—Lo sé. — Musité asustada de alzar mucho la voz o de ponerla más nerviosa. — Lo sé, mi amor. — Cuidadosamente puse mi blusa, liberándome de a poco de las cosas que no me permitían abrazarla. — Solo... no estás bien.

Asintió. — Pero tengo que ir, tengo que... quiero...

—Debes ir a ver al doctor para saber qué pasa con Sam. — Ella volvió a asentir. — Pero, permíteme acompañarte, por favor. — Cuidadosamente tiré de su cintura, encontrándome con esa recepción enérgica a un abrazo suplicante de cariño. — No quiero que te pase nada malo.

Entonces, ahí terminamos, yo manejando en dirección al hospital, con ella completamente nerviosa y ausente. Solo podía poner mi mano sobre su rodilla en un pedido silencioso de calma, una especie de deseo mustio, en el que solo podía pensar en las muchas maneras en que se podía estar torturando la mujer con los ojos más lindos del mundo.

—Todo estará bien. — Musité dulcemente, teniendo como única respuesta a sus dedos entrelazándose con los míos. — Lena, por favor, háblame.

—Se que me quieres proteger. — Musitó sin mirarme. — Pero no puedes asegurar que todo estará bien. — Estaba llorando, podía escucharlo en su voz. — Pero ¿qué pasa si me dicen que ella no despertará más?

—Entonces... — Dios, todo esto me hacía recordar cuando había perdido a mi madre. — Si no son buenas noticias, estaré ahí para ti. — Casi como si fuese una necesidad de sentirla, mis labios se posaron en el dorso de su mano. — Estaré para levantarte, y si no puedo hacerlo, estaré ahí para acostarme a tu lado en el suelo.

No volvió a hablar, yo tampoco lo hice, sabiendo que necesitaba enormemente un poco de paz en su vida.

Cuando llegamos al hospital, ella temblaba como su hubiese atravesado el monte Everest con una camiseta diminuta y unos shorts de tela delgada. Sabía que no se sentía capaz de caminar y que la manera suplica con la que me miraba, era netamente para encontrar su mano y ayudarla a avanzar cuando se sentía imposibilitada a hacer cualquier cosa.

—Déjame ayudarte, mi amor. — Por alguna razón no me sentía estúpida diciéndolo, me sentía aceptada por completo cada vez que sus brazos se extendían cuan largos eran para descansar en mi cuello. — Te tengo. — Susurré contra su oído cuando la alcé a un modo nupcial. — Estaré contigo, amor mío.

Caminaba con ella entre mis brazos, manteniéndola cerca de mi corazón, en donde sentía que podría protegerla de cualquier mal que se pudiese avecinar. Todas las personas nos miraban raro, quizás demasiado horrorizadas cuando la gran cabeza de los Luthor era ingresada al mejor hospital entre los brazos de su contraparte más rauda, una Zor-El.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora