Capítulo 20.

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Kara.

La noche había llegado con demasiada rapidez, o quizás el estado de letargo que me producía el alcohol estaba siendo demasiado pesado como para poder procesar el paso de las horas con una velocidad normal. Lo único que tenía claro es que apenas había salido del despacho de Lena me había arrepentido de haber hecho todo eso.

Los celos me habían cegado al ver a ese hombre intentando seducir a mi mujer, me había hervido la sangre y cada acción había sido predeterminada por un profuso estado de ira obstinada. Sin embargo, no había puesto atención en que Lena no estaba respondiendo a sus coqueteos, que apenas llegué su mirada brillaba con la mía y que ese hombre había pasado a segundo plano; no había detallado que la bandera blanca de mi novia era únicamente porque sabía que un cliente más era un escalón más cerca de saldar esa cuenta que su padre le había heredado.

La había cagado, la había cagado con mi mujer.

¡Diablos! ¿Mi mujer? ¿Yo consideraba a Lena como mi mujer?

La única respuesta aceptable era un si rotundo, aunque a estas alturas no sabía si podía considerarla como mi mujer, pues si yo fuese ella, me botaría solo por comportarme como una cavernícola que deseaba mostrar los dientes para declarar pertenencia.

Otro trago más quemó mi garganta justo en el mismo momento en que el timbre de mi departamento.

Un gruñido descontento apareció mientras caminaba arrastrando mis pies con toda la intención de gritarle a la persona que estuviese al otro lado de la puerta. Con la misma violencia que emergía desde mi interior tiré la puerta, solo para ser bajada con una humillante rapidez luego de ver que Lena estaba al otro lado con ojitos temerosos y con una bolsa que parecía tener comida repleta de grasa.

—Vengo en son de paz. — Susurró temerosa. — Si bien no creo que estuviese bien actuar de manera grosera, debo admitir que no consideré lo que podías sentir al ver a una persona que traía una sombra de mi pasado justo a mi lado y creo que debí hacerlo; eres mi novia, o al menos espero que lo sigas siendo, debí pensar en lo que podías sentir. — ¿Ella estaba tratando de pedir perdón? — Lo que quiero decir es, perdón, Kara, yo solo quiero mejorar y ser la mejor novia para ti. — Dios, ella estaba pidiendo perdón cuando yo había sido una completa cavernícola. — Traje hamburguesas del lugar que te gustan.

Quería hablar, juro que quería hacerlo y decirle que la quería demasiado como para poder dejarla, y quien se había equivocado en esta situación había sido yo, que quien debía pedir disculpas era yo, pero nada pareció salir de mi boca. De pronto me encontraba con la boca abierta, mirando a Lena como si fuese una aparición espectral sin poder hacer movimiento alguno y ella pareció leerlo como una petición silenciosa de que saliera de mi vista.

—Comprendo. — Susurró dejando la bolsa en la mesa del costado para dar dos pasos vacilantes hacia atrás con profundos ojos de dolor. — Yo... yo lo siento, Kara, de verdad no quería incordiar. — Kara, reacciona. — Cuando te sientas preparada para hablar, házmelo saber. — Otros cuantos pasos hacia atrás, y yo no era capaz de reaccionar. — Adiós, que tengas buena noche.

Kara, reacciona, la mujer de la que estás enamorada se está alejando de ti.

Kara, no seas una hija de puta, no dejes que se vaya.

Kara, reacciona.

Lena estaba llegando al final del pasillo, donde estaba el elevador y yo seguía en con la puerta abierta de par en par.

¡Kara, reacción!

Como si alguien me hubiera dado una bofetada, el aire contenido escapó de mis pulmones y fui capaz de comenzar a dar pasos firmes hacia esa mujer que esperaba el ascensor completamente desmoralizada.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpDonde viven las historias. Descúbrelo ahora