Capítulo 49.

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Lex.

—Madre. — Tranquilamente entré al despacho que ella había posicionado en casa. — Nos ha llegado el reporte desde la cárcel de mujeres y el centro penitenciario de National City.

—¿Buenas noticias? — Mi madre mantenía ese porte altivo, girando con gracia una copa en su mano. — ¿Han terminado el trabajo?

Asentí. — James y Andrea están sumidos en su propia mierda. — Reporté. — No tienen opción de recuperarse de esto.

Madre solo sonrió. — Vamos a ver a nuestro último... trabajo. — Ella caminó hacia mí, quitándome el sobre de entre las manos y continuó caminando. — Vamos a ver que tan miserable es Jake Robins.

La vida de los despreciables que se habían metido con mis hermanas había sufrido las penas del infierno al encontrarse con la furia de Lillian Luthor, apoyado por el desquiciado sentimiento de venganza que me había abordado desde el momento en que mis hermanas habían llorado por culpa de esos desgraciados.

Andrea había sido la primera, quien luego de una serie de malas decisiones había terminado en un centro penitenciario para mujeres con una condena de 3 años y 1 día, los suficientes para destruirle el cerebro y la esperanza. Todo había partido con un rumor lo suficientemente fuerte en las instalaciones de la predilección de Andrea de burlarse de personas que pertenecían al colectivo LGBTIQ+, un rumor que había generado inconformidad en la celda donde había una pareja lesbiana; solo habían demorado un par de días en romperle un par de huesos y mandarla directamente a la enfermería.

Luego de eso, mi madre se había dejado un pago y una orden que se había efectuado hace un par de días, cuando las mismas presas la habían golpeado lo suficiente para poder tirar un par de dientes y luego, sin ningún tipo de escrúpulos habían rapado las largas cabelleras como una advertencia concisa que quedó grabada en la ahora calva cabeza de Andrea: "Las princesas Luthor no se tocan".

James, era otro cuento aparte, él solo se había lanzado de cabeza a un precipicio sin fondo, él se había condenado a años de cárcel por abuso a menores y no tendría opciones de salir. Eso solo nos dio el medio para ejecutar una venganza larga y dolorosa que se extendería día por día, con crueldad y con furia, hasta destruirle el alma.

Solo bastó que madre pagara para que el rumor se esparciera entre los presos, que cada uno de los encarcelados supiera el sucio secreto del James para que cobraran venganza por ella aplicando una ley estaba escrita en cada recinto penal. Si tu abusabas de un menor, te convertías en la perra de los presos y eras violado día por día; lo habían vuelto un despojo de persona que lloraba día y noche al ser ultrajado de todas las maneras posibles.

Se arrepentiría de sus errores cada noche en esa celda.

Yo me había encargado de Jake, moviendo unas influencias en el bajo mundo que me permitieron inmiscuirme en la enfermería esa noche que un hombre con ataque de ira lo había golpeado lo suficientemente fuerte como para aturdirlo y requerir atención. Castrarlo había sido lo más fácil del mundo y a la vez lo más satisfactorio.

La venganza nunca acabó ahí, nunca acabaría ahí. Busqué al personaje más bizarro en ese centro psiquiátrico y le susurré al oído que ese guapo "chico" que había sido ingresado al último, en realidad era una muchacha, podía corroborarlo en la ausencia de su pene; si él quería, podría cortejarla cada noche, pues le gustaba el juego de roles. Le di una nota, esa que sabría que le diría que la tortura lenta y dolorosa que le esperaba tendría nuestro apellido grabado en ella.

—Señor Lex, señora Lillian. — Saludó el guardia con del centro psiquiátrico donde estaba Jake. — ¿Vienen a visitar a su familiar?

—Así es. — Mamá se podía ver casi dulce al sonreír. — ¿Cómo ha estado?

La deuda de Los Luthor. - SupercorpOnde histórias criam vida. Descubra agora