Capítulo 7.

1.4K 124 9
                                    

Lena.

Kara me estaba respirando en el rostro con dolorosa fuerza, como si cada bocanada de aire le quemase la garganta y la vida se le deshiciese únicamente por obtener esos cinco segundos tan preciados de vida. Mis manos se quedaron completamente quietas contra sus caderas, manteniendo una distancia poco prudente que a la larga sería una tortura extendida para cualquiera de nosotras dos.

Kara parecía estar conmocionada. — ¿Puedo besarte? — Apenas musitó con un hilo de voz.

—Nunca me habías pedido permiso. — Sin querer, había comenzado a usar ese tono juguetón que solía salir solo cuando la tenía al frente. — ¿Por qué lo haces ahora?

—Porque eres tu. — Suspiró pesadamente.— Y me da impotencia no saber que me pasa cada vez que te tengo al frente. — El calor de la punta de sus dedos recorrió el perfil de mi rostro, tiernamente. — No sé que me pasa, solo sé que cada vez que te veo a los ojos, mi vida comienza a tener sentido, comienzan a caer las cosas en su lugar y solo puedo sentir tranquilidad. — Los ojos azules traslucidos a escasos centímetros buscaron los míos e hicieron que el suelo sólido bajo mis pies desaparecía. — No sé si estoy enamorada, lo he dudado desde hace demasiado tiempo porque esto que estoy sintiendo ahora no se compara con lo que alguna vez sentí por Andrea. No sé como describirlo, solo sé que de pronto dejé de hacer todo lo que había hecho todo una vida. — Sentí el cálido de sus labios posándose contra mi nariz, dulcemente, como si fuese una mariposa jugueteando con mi piel. — Y es que de un día a otro dejé de sentir que debía correr, que debía huir, porque miro tus ojos y lo sé, sé que estoy en casa, que...

No pude resistirlo más, tomé sus mejillas y la acerqué. — ¿Puedes besarme? — No importaba que las lágrimas siguieran corriendo, que ese sentimiento de nostalgia siguiera bailando, solo importaba que estaba a escasos centímetros. — Por favor, Kara.

Antes de poder proferir otro tipo de palabra, los labios de Kara aterrizaron en los míos , el primer encuentro fue dulce, casi un barrido tierno de su boca sobre la mía. No hubo una fuerza rauda de la rubia al tomar posesión de mis labios, sino que fue algo casi temeroso.

Apenas unos segundos después, nos separamos entre suspiros suaves y terminamos mirándonos de una forma que no era fácil de descifrar, mucho menos fácil de leer. Claramente la situación cambiaba con rapidez cuando se trataba de nosotras, así que el segundo encuentro fue más pasional, a labios abiertos con choque de dientes y con esa furia de recorrer cualquier palmo de lugar al que tuviésemos acceso.

Mis dedos se apretaron en sus hombros, tomando puñados desesperados de su camisa para saber que realmente estaba con los pies en la tierra y que esto no era otro sueño más o un producto subyacente del cansancio de una noticia abrumadora. No, Kara me seguía apretando fuertemente contra su pecho y su boca, pese a tomar fuertemente bocados de mis propios labios, seguían en ese baile dulce de sentimientos abrumadores que aún no tomaban forma.

La punta de los dedos de la rubia comenzó a vagar, como si realmente no supiera que hacer con ellas , hasta que con demasiada dulzura dieron un barrido de mi cabello, como si quisiera hacerme saber que estaba ahí solo para darme ternura, para darme cariño. Y mientras me besaba, lo sentía, me sentía siendo querida.

—Lee. — Jadeó furiosamente. — Por favor, entra a tu casa.

—¿Qué? — Por un momento completo parecía que me habían sacado de lugar y me habían puesto en donde no me conocía en absoluto. — Kara, yo...

Sus manos volvieron a apretar y los labios con esa dulce intención acariciaron los míos. — Tienes que ir con Rubs. — Musitó, negándose completamente a dejar de besar esporádicamente mis labios. — Y... y quiero que entres, porque de lo contrario, no podré mantener el control de mis actos. — Otro beso suave aterrizó. — La verdad, no quiero dejar de hacer esto, pero si no te dejo de besar en este instante, quizás no me conformaré con besos tiernos.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpWhere stories live. Discover now