Capítulo 51.

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Alex.

Ella se veía hermosa.

Estaba agotada, completamente sudorosa y sonrojada por el constante esfuerzo de haber traído dos hermosos bebés al mundo. Y yo, una maldita hija de puta con suerte había tenido la dicha de tomar su mano durante el proceso y de besarla con el agradecimiento volando en la punta de mi lengua.

Ella se veía hermosa, la mujer más hermosa del mundo entero.

—¿Quieres ver a tus bebés? — Creo que me estaban hablando a mí, no podía decirlo, solo podía ver a la mujer de mi vida. — ¿Alex? ¿Estás bien?

Asentí con suavidad. — Te amo mucho. — Susurré entre lágrimas, besando suavemente los nudillos de la mujer más hermosa del mundo. — Te amo tanto, cielo, eres la mujer más maravillosa del mundo. — Sam me miraba y sonreía, intentando recobrar algo de las energías que este extenuante proceso de dar a luz. — Eres quien me ha dado los regalos más bonitos de la vida, por lo que siempre estaré agradecida.

—Te amo. — Respondió entre jadeos. — Pero necesitas ir a ver a nuestros bebés. — Por alguna razón solo podía verla y desear besarla. — Y debes ir a buscar a Rubs para que conozca a sus hermanitos.

Besé su frente. — Te amo. — Susurré contra su piel.

Cuidadosamente comencé a moverme tras Carina, quien se mantenía con una sonrisa abundante tras la mascarilla, quien me guio directamente hacia la cunita donde descansaban Alana y Alessandro. Los dos dormían tranquilamente como si nada en el mundo pudiese perturbarlos mostrando dos perfiles completamente similares a los de su madre, Alessandro con la forma de mi boca y Alana con los mismos labios de Sam.

Eran maravillosos, dos creaciones perfectas que solo podía apreciar.

—Puedes acariciarlos antes de que se los lleven. — Carina parecía comprender que debía hablarme como si fuese un pequeño temeroso a punto de correr espantado, todo empeorado por el hecho de que había dicho que se los llevaría. — No te preocupes, nos los llevaremos para poder hacerle un examen un poco más exhaustivo y para poder limpiarlos adecuadamente. — De inmediato me puso la mano en la espalda con un afán tranquilizador. — Tú puedes ir a hacer el trámite necesario mientras nosotros terminamos de preparar a tu...

—Ella va a ser mi esposa. — Medio balbuceé con el corazón dividido entre correr directamente a Sam a besarla o volver a saludar a mis niños. — Ella se va a casar conmigo, yo... yo... voy a conseguir que se case conmigo.

—Me alegro. — La vi hacer un gesto con la cabeza. — Anda, saluda a tus bebés.

Por inercia mi boca se cerró y mis pasos dubitativos me llevaron a caminar en una especie de catatonia pura me dirigí hacia las cunitas en donde dos hermosos pequeños se mantenían quietos a la espera de que el mundo les abriese las puertas para solo extender sus alas y volar. Mi mano aún un poco temerosa se movió sobre el rostro de mi niña, causando un revoloteo en sus ojitos fuertemente cerrados; cuando se me ocurrió hacer lo mismo con mi niño, sus labios comenzaron a intentar succionar a la nada, causando una profunda mueca de descontento.

—Hola. — Susurré como si estuviese contándoles mi secreto más grande. — Soy Alex, su mamá. — En ese momento supe que por alguna razón, mis palabras habían comenzado a fallar y las lágrimas luchaban furiosamente por escapar. — Yo... yo lo amaba incluso antes de conocerlos. — Quise evitar llorar, solo por miedo a que cualquier cosa que saliera de mi impuro cuerpo los pudiese afectar, pero simplemente no pude evitarlo. — Yo... yo... daré mi vida porque siempre estén felices, porque sonrían cada segundo de su vida; yo... yo... los cuidaré tanto...

Carina me acarició suavemente la espalda. — Serás una excelente madre, Alex. — Podía escucharla, sabía que lo decía de todo corazón, pero que mis ojos no podían escaparse de ellos. — Y prometo que tendrás muchas ocasiones para demostrarlo, pero ahora necesito llevarlos a limpiar. — Asentí. — En menos de una hora podrán estar contigo.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpWhere stories live. Discover now