Capítulo 14.

1.3K 108 4
                                    

Kara.

—¿¡Qué demonios te pasa!? — Me gritó colérica cuando su asistente salió por la puerta y cerró desde afuera. — ¡No puedes venir acá y decir esta sarta de mentiras! —Había una vena en su frente que resaltaba. Se veía preciosa. — ¡Me has jodido un negocio, Kara!

—Él tenía una erección. — Defendí de inmediato mi punto de vista. — Se te estaba arrojando encima.

—¡Me puedo defender sola, Kara! — Vociferó dándome un empujón con un golpe contundente en el centro del pecho. — No... no sé qué demonios te pasa. — Ella solo dejó caer en la silla como si las energías de todo un día ya se hubiesen acabado, pese a que apenas eran las 2 de la tarde. — ¿Puedes irte? — Disfrazó su orden con un escueto tono de pregunta. — Tengo aún un par de campañas por revisar y luego tendré que llamar al señor Spheer para pedirle disculpas por tu comportamiento.

Recordé a que había venido, recordé cada una de las cosas que me había dicho Ruby, recordé como ese hombre parecía erguirse sobre su cuerpo y someterla a una pequeña figurita ojerosa y con bolsas bajo los ojos; lucía sin fuerza.

—No. — Solté con fuerza, rápido, muy rápido. — No. — Repetí esta vez encontrando los ojos sorprendidos de mi chica. — No me pienso ir de acá a menos que salgas conmigo por esa puerta.

—Tengo que trabajar, Kara.

—Tienes que trabajar, no matarte. — Espeté entre dientes. — ¡Ni siquiera has visto a Ruby en estos días! — Antes de darme cuenta estaba caminando hasta ella, girando la silla con fuerza y apresándola al apretar mis manos en el reposabrazos a su costado. — No me digas que me vaya cuando sabes que estoy aquí por ti. — Lena comenzó a temblar, mirándome con el desafío vivo en los ojos. — Tampoco me pidas que te me quede tranquila viendo como ese imbécil te insultaba, solo por el hecho de tener un poco de dinero en los bolsillos.

La pelinegra alzó la barbilla. — No tienes que protegerme, no te lo pedí y no lo necesito. — Parecía estar furiosa, aunque no sabía por qué. — No quiero que pienses que eres dueña de mi vida como esos idiotas que se pavonean solo por el hecho de tener un pene y dinero.

—¡No quiero ser la dueña de tu vida! — Algo dentro de mi parecía emerger, quizás demasiado sincero como para poder detenerlo. — Quiero que me quieras como yo te quiero a ti. — Los ojos de Lena se fijaron en los míos, aún un poco aturdidos. — Quiero que aceptes que quiero cuidarte y que todo lo que hago es porque quiero que estés bien, aunque a veces se pueda interpretar que actúo bajo un insulso ataque de celos; aunque sepas que lo hago con toda la buena intención y que si me equivoco lo hago porque por primera vez me siento así de expuesta frente a alguien.

—Quiero, joder... — Refunfuñé llena de rabia. — Quiero que confíes en mi para cuando te sientas superada, como ahora, que me pidas ayuda y que sientas esa confianza de poder descansar tu cabeza en mi hombro, aunque sea algo pequeño.

Lena soltó un suspiro. — Kara...

—Y estoy enojada, porque venía a reprenderte con ese ligero tono juguetón por haberte saltado las comidas y por no haber descansado lo suficiente, quizás ponerme un poco más seria cuando hablase sobre lo mucho que Rubs te extraña y sobre la falta que me hace escucharte, aunque fuese solo deambular a mi alrededor. — La mirada de la morena se suavizó dulcemente, casi como si pidiera perdón por haber reaccionado así. — Pero llego, veo a ese tipo lanzándose sobre ti y se me borró todo lo que quería decir. — Casi fue inconsciente en que mi cabeza comenzó a hundirse entre mis hombros. — Y no sabía, Lena, te juro que no sabía que decir sin sonar como una celosa idiota que actuaba arrebatadamente. Yo no quería hacerte sentir así, pero no... yo no... — Intenté tomar una respiración profunda. — Yo no sé como actuar cuando te quiero tanto y no tengo nada a la vez.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpWhere stories live. Discover now