Capítulo 58.

571 66 16
                                    

¿Qué es el amor? 

Lena.

Los ojos azules de mi esposa me miraban casi con dolor, como si esperase desesperadamente por destaparme capa por capa hasta tenerme desnuda. Los ojos de esa mujer quemaban mi ropa lentamente solo para tenerme a su merced cuando ella quisiera, sabiendo de que cada cosa que ella quisiera, yo cedería.

Las manos de Kara recorrieron mis mulos. — Dices ser tan rauda. — Musitó con esa caricia torneó mi muslo y terminó por aprisionar mi glúteo. — Pero me deseas, Lee. — Su mano recargada en mi trasero terminó por llevarme a restregarme contra su erección. — ¿Por qué negarnos algo que queremos tanto por una simple travesura? — Esa rubia endemoniada comenzó a besar mi cuello. — Te prometo que me portaré bien de ahora en adelante.

Es una trampa, me dije a mi misma, ella solo está usando el sexo para engatusarte y hacerte pensar que ha cambiado, pero apenas otro pretendiente se acerque a Ruby o a la misma Lu, ella volvería a actuar como una troglodita con sed de sangre.

Hice acopio de todas mis fuerzas de voluntad, tomé su camisa y la aparté de un empujón, dejándola otra vez sentada en la silla.

—No, Kara. — Sentencié. — Estás castigada y no pienso ceder. — Antes de que ella pudiese empezar a refutar con argumentos estúpidamente coherentes, comencé a caminar hacia la habitación. — Y como veo que no te duele, te curas sola.

Podía sentirla caminar apresurada tras de mí, podía escucharlo, así que me apresuré a entrar a la habitación y cerrar la puerta tras de mí, recargándome en la gruesa placa de madera, esperando que fuese la defensa absoluta de los encantos de esa mujer.

—Lee. — La escuchaba casi rasguñar la puerta. — Lee, déjame entrar.

—No. — Alcé un poco la voz. — Tu vas a dormir en el sofá, porque no confío en ti y en tu interés por seducirme.

—Eres mi esposa. — Lanzó casi pegada a la puerta. — No puede contar como un intento de seducirte el hecho de que te quiera hacer el amor.

—Acostúmbrate. — Recordé mi amenaza anterior. — Porque al menos pasarás un mes sin tocarme.

—No, Lee. — Rezongó, podía casi verla haciendo una rabieta. — Un mes es mucho.

—100 dólares equivalen a una semana. — Devolví la sentencia. — Pagué 450, así que debería darte cinco semanas.

Escuché sus pies, probablemente saltado al otro lado de la puerta. — Lee, eran 100 por semana; no es justo que me quites una semana por 50 dólares. — Kara se había transformado en una niña haciendo un berrinche en ese momento. — Lee, podemos hablarlo.

—Escúchame, mujer. — De inmediato sentí que ella dejó de hacer un berrinche al otro lado. — Esta noche dormirás en el sofá y si te portas bien, podemos conversarlo y encontrar un acuerdo. — De inmediato pasé el segundo seguro de la puerta. — Así que vete a dormir y no me hagas dejarte una segunda noche en el sofá.

—Te amo. — La escuché gritar.

—Yo también te amor.

Recién cuando obtuvo mi respuesta Kara comenzó a retirarse completamente vencida, demostrando que había ganado esa batalla contra ella y contra mi misma, porque sabía que si me quedaba un segundo más, esa rubia idiota y calenturienta terminaría por hacerme ceder.

Esa noche fue la más extraña, en primera instancia porque no estaba acostumbrada a dormir sin Kara y en segundo lugar porque los nervios absolutos de lo que había hecho a espaldas de esa hermosa mujer me comían. Había conseguido una hora para poder ver a Andrea Rojas, y hasta antes de que me llamasen que mi idiota esposa estaba detenida, pensaba decirle.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpWhere stories live. Discover now