Capítulo 54.

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Kara.

—¡Mami! — La pequeña Lutessa, de probablemente cinco años se acercaba para tomar mi pantalón. — Mamá dice que vayas a la habitación, que Liam y Lori se están portando mal. — Con ese mismo gesto casi inconfundible de la familia Luthor, la niña alzó una ceja desafiante. — No sé como es que pueden hacer enojar a mamá tan fácil.

Sabía de quien me hablaba, lo sentía en el centro de mi pecho, pero no podía evocar sus rostros o algún recuerdo. — ¿Quiénes?

—Liam y Lori. — Dijo una vez más, como si le desesperara que no hiciera algo por remediar las cosas. — Mami. — Lanzó con cierto afán. — Si no te mueves, mamá se va a poner más brava.

Lena enojada podía ser una especie de mini bestia a la que cualquiera le temería, incluso la persona más fuerte del mundo. Convenía correr antes de que esos ojos verdes estuviesen envueltos en fuego y quisieran ir en contra de mi cabeza, sin esperar explicación alguna.

—Voy. — Con cuidado me incliné para dejar un beso tierno en la frente de mi niña. — Voy de inmediato.

Ella puso las manos en la parte trasera de mis muslos y comenzó a empujarme. — No quiero quedarme sin mami. — Farfulló, empujando con más fuerza. — Rápido.

Me dejé arrastrar, sin saber que era lo que realmente enfrentaría, pues la única información fidedigna es que había dos personas haciendo enojara a Lena, y yo era a la única a la que los dardos apuntaban. Era mejor encontrar directamente una solución absoluta a eso que aquejaba a Lena.

—Pequeña mando. — Musité al darme cuenta de que ella me empujaba con más fuerza para que me moviera rápido.

Ella se detuvo de abrupto, dándome una mirada asesina. — ¿Qué dijiste, madre?

—Que tengo que ir a ver a mi amorcito. — Disfrutaba sacar a relucir su gen Luthor, ese que la empujaba a alzar la voz mandona y fuerte. — Y que tengo a una hija maravillosa, incluso cuando se enoja.

Dejé que mis piernas me llevasen más rápido, huyendo definitivamente de la niña que seguía refunfuñando completamente encabronada algunas blasfemias dentro de su vocabulario de pequeña; porque mi hija podría ser brava, pero mal educada, jamás.

Cuidadosamente llegué por inercia a una habitación, donde Lena parecía comenzar con sus muchas letanías cuando algo le molestaba, demostrando que estaba al límite de alguna discusión campal con algún pobre ser humano que la hizo enojar. Abrí la puerta, esperando encontrarme algunas bestias igual de peligrosa que la misma Lena, pero me encontré con algo que me congeló el alma.

Lena estaba de pie en medio de la habitación, con un par de shorts pequeñitos en la mano, mirando directamente hacia el suelo en donde había dos niños de no más de tres años, el niño me miraba con curiosidad mientras sonreía y la niña directamente la desafiaba con ojos furiosos, llenos de fuego que no se dejaban intimidar.

—Ahí estás. — Los niños eran hermosos. — ¿Puedes controlar a tus hijos?

—¿Míos? — Medio balbuceé, perdida en los dos niños que trasmutaron su curiosidad hacia mí. — ¿Me harán caso a mí?

Ella me hizo un ademán con la cabeza, entonces me di cuenta de algo pequeño, pero muy significativo, que me hizo temblar en apenas un segundo. Los niños rubios, con ese pelito del color del sol tenían unos profundos ojos verdes con el color del bosque virgen más dulce en el que jamás me había sumergido. El niño parecía tener pequeñas motas azuladas, lo que hacían sus ojos aún más hermosos.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpWhere stories live. Discover now