Capítulo 33.

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Sam.

Lena había aparecido, había visto con mis propios ojos y la había abrazado; junto con ello había visto conocido a un pequeño rayo de sol que apenas podía saber que podría amar apenas conociéndola. Sin embargo la tristeza de la situación seguía estando, esa sensación intermitente entre culpas y lamentaciones seguía primando entre Kara y Lena, aunque siguieran amándose con tanta entrega, aunque aún no fuesen capaces de poner un final a lo que tenían porque no lo deseaban.

-¿Ayudarás a Kara? - Alex se acercó con demasiada suavidad, recostándose a mi lado pasando su brazo por mi cintura. - Yo pensé que... que la odiabas.

-Yo odio que hiciera llorar a mi hermana, no a ella. - Por primera vez era capaz de expresar con elocuencia todo lo que me provocaba la situación. - Y si lo hago es porque no soporto un segundo más ver a Lena destruida, no aguanto la idea de que esa niña esté a kilómetros de nosotros y mucho menos soporto la idea de saber que tienen todo para ser felices y que por una mala intención no sean capaces de sanar.

Los labios de Alex comenzaron a recorrer mi hombro con pericia. - ¿Crees en la inocencia de Kara?

-No, no creo que sea inocente. - Susurré suavemente, envolviendo mis dedos entre los cabellos de la hermosa mujer entre mis brazos. - Pero tampoco creo que sea culpable y creo que la mano negra de Andrea es lo suficientemente rápida como para manipular las situaciones, así como también pienso en la malicia de las personas y en lo egoísta que son.

-¿Y qué harás? - Los besos de Alex se habían hundido desesperadamente en mi cuello, aplacando todas esas sensaciones furiosas que se arremolinaban en mi interior. - Porque no puedes solo colgarla de cabeza y hacer que confiese sus fechorías.

Esa mujer endemoniada estaba haciendo esto a propósito, me estaba calentando de la manera más cruel para lograr sacarme un poco de información, quizás para poder influir en alguno de mis planes maquiavélicos y hacer que el todo mi actuar fuese en beneficio al estúpido cachorro que tenía como mejor amiga.

-Soy buena para romper narices. - Jadeé cuando los besos estaban demasiado cerca de mis labios, tentando y corrompiendo de una manera furtiva. - Alex. - Advertí con suavidad, intentando alejar sus besos maliciosos de mi piel. - No intentes sobornarme con sexo para que intervenga por tu mejor amiga.

Escuché la risa maliciosa de la pelirroja, aprovechando mi pequeño momento de debilidad para subirse sobre mi cuerpo, inmovilizarme las manos sobre la cabeza, sometiéndome a su merced con tanta facilidad que me desequilibraba.

-No te estoy sobornando. - Susurró acercando nuestras narices. - Solo debo admitir que me encendió bastante verte golpear a Kara y en casa ajena no podía hacerte el amor.

Al día siguiente.

El restaurante de Andrea estaba en un estado deplorable, desde la entrada polvorienta hasta las mesas vacías y el escaso personal. Tal parece que la era de prosperidad de la mujer se había ido junto con la rubia que había huido desesperada hacia la mujer que amaba para encontrarla junto a su hija.

Recuerdo haber pasado por fuera de ese restaurant cuando todo era demasiado confuso y yo esperaba encontrar alguna respuesta que me devolviera a mi hermana, sin embargo, no había tenido el coraje de entrar, solo me había quedado directamente en la puerta, mirando como ella se regocijaba en ese éxito que parecía traspasar directamente al éxito de su local. Estaba lleno de personas y de personal corriendo por todos lados, pidiendo y saliendo en paralelo a la espera de encontrar un espacio dentro del abarrotado lugar.

Esta vez sería diferente, entraría directamente y le haría frente a ese monstruo de tres cabeza que hasta ese momento nadie había podido vencer. Con la palma abierta y en un intento desesperado de encontrar estabilidad, metí de nuevo la mano dentro del bolsillo del abrigo.

La deuda de Los Luthor. - SupercorpWhere stories live. Discover now