4.

4.7K 468 77
                                    

Paulatinamente, abrí mis ojos y lo primero que veo son la expresión de preocupación de Satoru, Getou e Ieiri.

— Hola — les saludé. Los tres sonrieron cuando me vieron sonreír. Sentí un forcejeo algo brusco que me obligó a soltar un graznido.

— Oh, Sumi querida, estás viva — dijo la castaña abrazándome con algo de fuerza.

— Por desgracia — intervino Satoru. Le dí un ligero empujón en su rostro para alejarlo mientras ríe —. Me alegra que estés bien, bonita.

— A mi me alegra verlos de nuevo — dije. Ieiri me dejó sentada sobre la cama.

— Tenemos algo para ti — dijo Getou , tendiendome un sobre blanco. Lo observé por algunos segundos, hasta que decidí tomarlo y abrirlo. Saqué la hoja doblada, la aprecié por unos cuantos segundos hasta que la abrí y reconocí esa letra. Inconscientemente sonreí

— ¿De quién es? — preguntó Satoru, sentándose al lado de mi. Lo ignoré por completo, yo seguí leyendo la carta — ¿Quién te la mandó? ¿Fue un chico? ¿Quién es?

— Tsumiki — respondí, una vez que finalicé de leer —. Mi hermana Tsumiki.

— Un momento, ¿Acaso preguntaste si era un chico? — preguntó con rapidez nuestra compañera con algo de burla. Estaba tan sumergida en la lectura que no le presté completa atención.

— La bestia ha sido domada — comentó el pelinegro finalizando con una risa —. Iré con el doctor para saber si ya te pueden dar de alta — asentí y salió de la habitación.

— Todos estábamos preocupados por ti — comentó Ieiri, que también se dirigía a la puerta —. Pero el que se sentía peor, se encuentra a tu lado sentado — dijo, refiriéndose a Satoru, lo miré con confusión —, él te trajó aquí y casi se peleaba contra el personal médico para que te atendieran.

Comencé a reír, negando, lo abracé. Sentí sus músculos tensarse por eso.

— Iré por comida para ti — dijo, salió cerrando la puerta a sus espaldas. Lo noté muy callado, así que me separé de él para mirarlo.

Un momento...

— ¿Y tus gafas? — pregunté. Él negó sonriendo.

— Al ir a salvarte, la Maldición me atacó y se me cayeron, por error los pisé — nuevamente lo abracé, ahora él me correspondió.

— Conseguirás un par mejor — miren cómo mi mano descansa sobre la de él, pero no se entrelazaban —. Tu mano es más grande, a diferencia de la mía.

— Sí — contestó. Con su dedo pulgar e índice acarició mis dedos —. Pero, ¿Sabés que tienen nuestras manos en común?

— Cinco dedos — respondí. El rió mientras mece la cabeza de un lado a otro. Entrelazó sus dedos con lo míos, el agarre fue tan delicado y curioso, como si se ensamblaran fácilmente.

— Que nuestras manos se entrelazan tal cual las piezas del rompecabezas, como si hubiesen sido para ser destinadas a estar unidas por siempre.

Me quedo en silencio por un par de segundos hasta que decido recargar mi cabeza sobre su hombro.

— Espera, ¿Me estás coqueteando?

— Desde que te conocí lo he estado haciendo — negué mientras sonreía. Shoko llegó hasta mi con una bandeja con un emparedado y jugo de naranja con un plato de frutas en trozos como acompañamiento. Satoru se puso de pie para ir con Getou para ver si me podían dar de alta y darme espacio para comer.

— Además de la carta, ¿Alguna otra noticia de mis hermanos? — pregunté después de pasar el trozo de manzana. Ella negó.

— No. Sólo la carta. Nosotros le informamos a tu hermana lo que te había sucedido por teléfono, se preocupó, sí, pero también estuvo agradecida en que nosotros estuviéramos contigo — asentí con la cabeza. Al menos Tsumiki sabe que estaba a punto de morir. Genial —. Ninguno de tus hermanos tiene los ojos azules como tú — la miré gracias a su curiosidad. Ni siquiera Satoru sabe de esto, ella será la primera persona a la que le confiese algo como eso.

— Mi mamá era del Clan Inumaki — comienzo contando. Shoko se sentó frente a mí para prestarme atención —. Conoció a mi padre cuando tenían la edad de 17 años y ella estaba en una misión. Ya sabes, lo típico, se enamoran, son novios y se casan... — hice una pausa — Mi padre estaba casado antes de casarse con mi madre. Nací yo y, después de 4 años, nace Tsumiki del primer matrimonio de mi padre, luego de otros 4 años, nace mi hermano. 

— Eso quiere decir que tu hermano y tú son de la misma madre mientras que Tsumiki es de la otra esposa de tu padre — asentí. 

— Mi mamá, al descubrir la verdad, entró en depresión hasta morir. Por otro lado, la mamá de Tsumiki nos cuidó bien a mi y a Megumi hasta que... Se fueron. No tengo idea de a dónde. A pesar de no ser sus hijos, ella nos quería mucho — hice una pausa, lista para confesar el porqué detesto con todo mi corazón a Toji —. Yo... Hasta cierto punto, me alegré de que mi padre se haya ido. No fue como si tuviera una buena relación con él desde niña — me miraba atenta, escuchando cada palabra que salía de mi boca —. Él siempre odio a los hechiceros, de hecho, tiene cierta repulsión por el portador de la maldición de los 6 ojos — se quedó boquiabierta. Sabía de quién estaba hablando.

— ¿Tu padre conoce a Satoru? — negué.

— A veces, sólo me dan ganas de ir a buscar a ese sujeto y presentarle a Satoru como mi novio para ver la cara que pone — liberé una ligera risa. 

— Es primera vez que te veo reír, aunque Getou me ha dicho que tienes una linda risa — con  el ceño fruncido, la miré —. Yo jamás te he escuchado reír, quizá es porque me escapo de las clases de Yaga — negué sonriente.

— Me crío como un arma para matar a Satoru. Jamás recibí algún afecto de él. Siempre era yo la que lo buscaba porque quería jugar con él y su respuesta siempre fue: No me estés jodiendo — suspiré —. Daba lo mejor de mi en los entrenamientos porque quería que estuviera orgulloso de mi pero, eso parecía molestarlo. Con el tiempo, me fui más unida a mi mamá gracias a su enfermedad y las discusiones eran más frecuentes. Cuando eso pasaba, me llevaba a Megumi de meses a una habitación para estar con él hasta que mi mamá nos buscaba para regalarnos una sonrisa de que todo estará bien. 

Se formó un nudo en la garganta. La ultima discusión que mis padres tuvieron, también fue la ultima sonrisa que vi de mi madre, el ultimo beso en mi cabeza y el ultimo abrazo a Megumi. Si supiera cuánto lo odio, qué ganas de dejar de llamarme Fushiguro. Shoko se dio cuenta de mi malestar, así que me tomó de la mano para darle un ligero apretón. 

— Pasaste por mucho aún siendo niña. Si nadie te lo ha dicho, puedes confiar en mi. Eres importante para mi, Sunmi. Además de Satoru y Getou, eres mi mejor amiga. 

— Ieiri... 

— Aww ven, quiero darte un abrazo. 

No lo dudé ni un segundo. Correspondí su abrazo, siendo el más cálido que he recibido, sólo provocándome llanto. Un llanto con sollozos. ¿Cuánto tiempo reprimí esta terrible emoción? No tengo idea, pero me duele tanto la garganta de llorar tanto y aún así no me siento bien. Sus finos dedos se paseaban por mi cabello para poder calmarme, cosa que está sucediendo. 

— Te quiero, Sunmi. Siempre vas a contar conmigo — asentí. Aún no soy buena expresando mis sentimientos.

— ¿Por qué estamos llorando? — preguntó Getou, me separé de Shoko mientras soltaba una ligera risa.

— ¿Todo está bien? — preguntó Satoru dejándose caer a mi lado. Asentí con rapidez —. Díganme, ¿Les gustaría ir a dar un paseo?

— Pero tenemos clase — dije, secando mis lagrimas con el dorso de mi muñeca.

— Yaga nos dio el día para que estuviéramos aquí contigo.

— Acabas ser dada de alta — siguió diciendo Suguru —, pero Yaga no lo sabe. Le hemos dicho que quizá mañana seas dada de alta. 

— Así que nos podemos librar de las clases por hoy — terminó Gojo. Miré al par de hombres, ellos me veían espectantes. Miré a mi compañera, estaba emocionada. Ella suele escaparse de las clases y soy yo la que la termina encubriendo.

— Está bien. Sólo por hoy. 

Mi respuesta les agradó a los tres. 

«Lovefool»; Gojo SatoruWhere stories live. Discover now