8.

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No puedo creerlo.
Simplemente no me lo puedo creer.
¿Otra puta araña? Con lo que me estaba atrayendo a ella era su telaraña.
Maldición. Maldita maldición.

Inmediatamente formé una pistola para darle en un ojo. Le acerté. Cuando iba a darle en otro, me lanzó contra el montón de cajas que se encontraban cerca.

Un pequeño objeto salió de la caja, parecía ser de cristal. La poca luz de la Luna que estaba entrando por un pequeño espacio de la ventana, dio en el pequeño objeto, ocasionando que le diera luz en el rostro ocasionando que la mitad de él se hiciera polvo.

— Ya sé tu punto débil, idiota.

Antes de levantarme, me fijé en mi alrededor. Mayor parte de las ventanas están cubiertas con sábanas. ¿A quién se le habrá ocurrido semejante estupidez?

— ¡Sunmi!

— Satoru — susurré. A duras penas me puse de pie —. Quita las sábanas de las ventanas.

— ¿Qué?

— ¡Rápido!

Dudoso, asintió y fue inmediatamente a quitar las sábanas. La maldición retrocedía para que la luz no le diera en el cuerpo. Lástima que se encontró con la portadora de la maldición Crystarium. Formé un par de discos de cristal y los lancé directo a la luz que estaba entrando. Algunos de los reflejos dieron en la pared, evitando su salida.

Satoru la vio. Yo la vi. Ambos atacamos a la misma vez acabando con ella en el instante. Soltó un pequeño cristal que inmediatamente fui por él antes de que cayera al suelo y se hiciera pedazos.

— Bien hecho — dijo Satoru, acercándose a mí. Cuando volteé a verlo, tenía en su rostro una expresión de temor.

— ¿Qué?

— Estás sangrando.

— Ah, sí. Esa cosa hizo que me lastimara.

— Vamos al hospital.

— Pero...

— Vamos al hospital, ¿Si? No te voy a dejar morir desangrada.

Se quedó con el cristal.
No me había dado cuenta de la sangre que había perdido y seguía perdiendo. Llegamos lo más pronto que pudimos y me hicieron pasar a urgencias. Les mentí diciendo que me había caído y me lastimé las manos.

Limpiaron mis manos para después empaparlas de agua oxigenada y vendarlas.
El problema era que me encontraba un poco débil por haber perdido tanta sangre.

— Oiga. ¿Cuándo me podré ir? — pregunté a la enfermera.

— Hasta que hayas recobrado tus energías, bonita — me respondió, finalizando con una sonrisa —. Aproximadamente, en unas dos horas. Mínimo.

Con que es posible estar tantas horas debilitado por hemorragia.
Asentí.

— ¿Puede entrar mi amigo?

— Claro. Yo le digo.

Asentí. Salió de la habitación y a los pocos segundos entró Satoru con rapidez.

Esperaba un regaño. Pero, ¿Por qué? Si la misión fue todo un éxito.

Esperaba una mirada de preocupación.

Esperaba palabras de aliento.

Esperaba cualquier cosa menos un beso en mis labios. Liberé un graznido gracias a su acción que torpemente correspondí. Apenada, me separé de él.

— Satoru.

— Me tenías muy preocupado — dijo, tomando mis mejillas. Reí mientras negaba.

— Me siento una inútil. Toji tenía razón — mi risa pasó a sollozo y mi sonrisa pasó a ser una mueca y dar bienvenida a las lágrimas. Se puso de rodillas a mi frente.

«Lovefool»; Gojo SatoruWhere stories live. Discover now