24.

2.3K 231 35
                                    

Dicen que el tiempo cura las heridas. No importa cuáles, pero son sanadas. 

Aunque, por si solas, es claro que no sanan. Se lleva a cabo un proceso, y, en ocasiones, solemos perdernos a nosotros mismos por encontrar la paz y la sanación. Es un desarrollo complejo pero valioso. Nos perdemos pero encontramos una nueva versión de nosotros mismos, aquella que apreciamos más que cualquier otra cosa. 

Las articulaciones me tronaron en el momento en que me estiré para tener una mejor flexibilidad al trotar y no sufrir una lesión. Me siento más ligera. Miré a Ieiri, tenía la mirada baja hasta que me miró y sonrió.

No hablamos más al respecto. Sólo nos dedicamos a trotar. Ibamos a la par hasta que, en mi cabeza, los momentos que pasé junto a Suguru aparecieron de repente. Bajé mi ritmo, dejando que Ieiri me arrebasara. 

El carril de mi derecha era ocupado por él cada vez que salíamos a hacer ejercicio. Siempre compitiendo por quién llegaba primero, y el que llegaba al final tenía que hacerle las tareas al otro o comprarle comida. 

Una misión que tuvimos, donde al exorcizar a una maldición, el edificio nos cayó encima. Estuvimos día y medio encerrados en una pequeña burbuja de cristal que hice. No sabía qué de los dos se iba a derrumbar primero; si aquella burbuja, o yo, porque era una habilidad de la que necesitaba demasiada concentración y apenas la estaba poniendo en práctica. Él tomó mis manos y me apoyó a mantener la cabeza fría en ese momento. Nos habíamos turnado para dormir, él fue primero, quien durmió en mis piernas. 

Comencé a caminar, pero aún con Getou en la cabeza. 

El otro día que fuimos por Satoru como apoyo a una misión y sólo recibimos malas palabras de él porque decía que le habíamos estorbado. Yo estaba enojada con él, quería responderle de la manera en la que se merecía por haberme llamado "Estorbo", pero Getou simplemente me tomó de los hombros para alejarme de él. Quería que tanto Satoru como yo estuvieramos tranquilos para hablar. 

Cuando mi padre nos atacó...

Un momento...

Desde ese día... Desde ese maldito día todo cambió. Ya no era Getou. Comenzaba a ser diferente. Sí, fui la primera en darme cuenta hasta que le comenté a Satoru lo que estaba sucediendo, al principio dudó y, no lo culpo; si alguien me dijera que Shoko está actuando diferente, no lo creería, porque la conozco. Así como Gojo conocía a Suguru. 

— ¿Qué pasa? — preguntó la castaña, ocasionando que mi divagada mente regresara a la realidad — ¿Está todo bien? 

— Sí, tranquila — asentí —. No te preocupes. Sólo que sentí que el tobillo se me había torcido pero está todo bien.

— Bueno, hay que seguir entonces — dijo, animada. Asentí.

No puedo dormir. 

Cubrí mi rostro con la almohada. No quiero seguir pensando en todo lo que sucedió el día de hoy. 

« — Un mono como tú no es capaz de estar a mi altura».

Mono. La misma palabra que usaba mi padre para llamarme después de ver mi maldición y entrenarme. Me senté de golpe en la cama. Ya no porque están tocando la puerta, sino porque me dio calor. Bajé de la cama aún con los pies descalzos para dirigirme a la puerta y abrir. 

«Lovefool»; Gojo SatoruWhere stories live. Discover now