«Lovefool»; Gojo Satoru

45.

— Oye, Satoru. ¿Dónde está Megumi? Lo estoy buscando y no lo encuentro por ningún lado — entré a la sala de profesores. En realidad, en este lugar, sólo nos encontramos él y yo ya que somos los profesores que más pasamos tiempo en la academia.

— Ah. Lo mandé a la Prefectura de Miyagi para que trajera el dedo de Sukuna — respondió tranquilamente mientras se preparaba un té — ¿Quieres un té o un café?

— Un té — respondí —. Espera, ¡¿qué?! — corrí a él para tomarlo del cuello de su chaqueta — ¡¿Por qué hiciste eso?! ¡¿Por qué no me dijiste?! ¡Pude haber ido con él!

— Oye, nena, tranquila — sonrió con desdén —. Él...

Su celular comenzó a sonar. Iba a tomarlo pero yo estiré la mano primero. Me lo quitó pero se lo volví a quitar. Tanto movimiento provocó que cayera del sofá y yo encima de él senándome sobre su cintura.
Tenía sujeto el celular y yo se lo intentaba quitar. Por error, contesté la llamada.

— ¡Suéltalo! — exclamé.

— ¡Es mío! — respondió — ¡Me llamaron a mi, no a ti!

— ¡¿Y si es mi hermano?! ¡Yo debo de contestar!

Escuchaba vibraciones de parte del celular. Dejamos de forcejear para ver el nombre en la pantalla. Mi hermano. Es él. Se lo quité de un jalón para contestar.

— Megumi — dije preocupada.

— Bien, no quiero preguntar nada sobre lo que oí.

Respondió del otro lado de la línea. Satoru se sentó en el suelo y le puso en altavoz a la llamada.

— ¿Qué pasó? — preguntó Satoru.

— ¿Estás bien? — pregunté.

— Eh... Tengo malas noticias. El dedo no está.

— ¿Qué? — preguntamos Satoru y yo a unísono.

— Sí. No está. El lugar que Gojo-sensei me indicó, no se encuentra ahí.

Suspiré. Alguien debió haberlo tomado por curiosidad. No sé cuánto tiempo se hace de aquí a allá, y, además, la estación de trenes está cerrada.

— Megumi, ¿tienes dinero?

— Sí. Gojo me dio.

— Bien. Entonces, por esta noche, quédate allá a dormir. Mañana iré a ayudarte con eso.

— Entendido. Está bien.