40.

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Sobre el asiento, subí mis piernas para sentarme en forma de mariposa. En la oficina, estábamos Ino, Mei Mei, Nanami y yo trabajando. Me comía las gomitas que Gojo me compró ayer.

— ¿Cómo va la administración? — preguntó Kento. Revisé el documento con dicha información.

— Agregué nuevas sugerencias para que se tenga un mejor control — le pasé el documento —. Al hacer el análisis, llegué a la conclusión que el orden administrativo es tan pésimo y obsoleto que, si se quieren tener buenos resultados de aquí a fin de año, se tienen que pedir a los empleados tiempos extras y sabemos que nadie quiere eso — lo miré —. Principalmente tú.

— Ser oficinista es un asco — respondió —. Ser hechicero también es un asco.

Mei Mei rió a carcajadas. Yo negué sonriente. Ino no lo evitó y también rió.

— No puedo creerlo — murmuró Mei —. Si eres oficinista y hechicero a su vez, puedes ganar mucho dinero.

— Y puedes comprar mucho pan — le dije.

— No. Aún así no lograrán convencerme.

— Nanami, ya tienes años trabajando como oficinista — comentó Ino.

— No había de otra.

Volvimos a reír, pero mi risa duró muy poco. Tengo el presentimiento de que algo malo viene.
Miré hacia la ventana que estaba detrás de mí, inmediatamente me levanté para ver mejor.

— ¿Sunmi? — preguntaron. Los ignoré.

Siento su presencia aproximarse con rapidez. Mi pulso cardíaco se aceleró considerablemente, casi parecía que el corazón se me iba a salir del pecho.
Lo vi que descendió frente a los muchachos que estaban a punto de ir a una misión.

— ¡Oigan! — exclamó Yaga. Di un salto del susto. Mei Mei me tomó de la mano, supongo que se dio cuenta de mi condición —. Salgan inmediatamente. Getou está aquí.

Escuché cómo las sillas se movían y los pasos apresurados se dirigían a la salida.

Mimi, tenemos que salir.

— Sí... Ya voy. Vete adelantando.

Sonrió. Besó mi sien derecha y salió. Esperé a oírla a lo lejos para comenzar a rascar mi brazo con brusquedad. Otro ataque de ansiedad. Me senté en el suelo, con la espalda contra la pared y con mis manos en mi nuca, mi cabeza se encontraba entre mis rodillas.

No debí decirle que se fuera adelantando.

¿Por qué viene hacia acá?
Yuuta. Viene por Yuuta. No, por él no. Por Rika.
Comencé con respiraciones lentas para controlarme. Daba pequeños golpes al suelo con el tacón de mi zapato. Estuve así por algunos segundos hasta que, finalmente, mi respiración se controló y logré escuchar el tap del tacón.

— Lo tenías todos planeado, ¿verdad? — pregunté en susurro —. Maldito seas, Getou.

Lentamente me fui poniendo de pie para asomarme por la ventana. En estos años ha cambiado demasiado, se dejó el cabello más largo, incluso su vestimenta ha cambiado.
Algo le está diciendo a Yuuta, pero también tiene en la mira a Toge, Panda y Maki. Sin perder más tiempo, salgo corriendo de la habitación donde me encontraba. Bajé los escalones del patio para unirme a los demás hechiceros. Me detuve al lado de Nanami.

— Creí que no ibas a venir — comentó el rubio.

— Estaba mentalizándome para no matarlo frente a mis alumnos — dije. Es una clara mentira. Me miró. Es una mirada de recriminación —. No me veas así.

«Lovefool»; Gojo SatoruWhere stories live. Discover now