39.

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Yo no quería venir a un KFC pero ella insistió. La última vez que vine fue acompañada de Gojo y nos terminamos encontrando a Getou, nada salió bien.

Llegué con la bandeja de comida mientras que ella llevaba los vasos de refresco. Tomamos asiento en una mesa que se encuentra en la ventana.

— Y, bien, ¿cómo has estado? — preguntó —. Como casi ya no recibía llamadas tuyas, pensé que te habías olvidado de mí.

— Nada de eso, Ieiri — respondí —. Siempre te tuve presente en mi vida, sólo que, después de lo que sucedió con Gojo, yo quería mantener mi mente despejada. También... Le pasó algo a mi hermana.

— ¿Qué sucedió con ella?

— Hace meses que cayó en coma — respondí —. De un momento a otro, aparecieron maldiciones en la ciudad. Mi hermano y yo nos encargamos de ellas pero, aún no sé cómo mi hermana y demás personas cayeron en coma.

— Ya veo — contestó —. Quizá estuvo en contacto con energía maldita.

— ¿Energía maldita? — pregunté para corroborar —. Entonces, ¿eso quiere decir que alguien estuvo detrás de ese acontecimiento?

— Lo más probable. Pudo haber sido un ente maldito similar a Sukuna.

— Sí. Quizás, sí.

— ¿Y aún no despierta? — negué —. El coma puede durar años, pero, también, puede durar meses. Así que, no te preocupes, con que se encuentre estable y no se presente algún inconveniente más, Tsumiki va a despertar.

— Es lo que más deseo.

Tomó mi mano para darle un ligero apretón. La miré y sonreí, me correspondió la sonrisa.

— Come porque sino me voy a comer tu plato — me dijo, a lo cual reí.

Estuvimos comiendo tranquilamente. Comenzamos a hablar de ella y cómo fue que obtuvo su licencia médica después de graduarse de la academia de hechicería. Tenía razón. Hizo trampa. La conozco.

Aunque ella tuviera curiosidad, no mencionó a Gojo en ningún momento. Ni yo toqué ese tema. Sigue siendo su amigo, sí, pero respeta más mi sentir en lugar de saber cómo nos está yendo trabajar juntos de nuevo.

Pero, conociéndome, sabía que mi curiosidad no iba a quedarse enfrascada.

— ¿Cómo estuvo Gojo estos años? — pregunté. Ya había terminado mi comida excepto la bebida.

— ¿Gojo? — preguntó, arqueando una ceja —. Me sorprende que lo llames por su apellido.

— Es... Así me siento más cómoda hablándole.

— Ya veo — respondió, no tan convencida —. Ha estado bien. Después de graduarse, siguió haciendo misiones en compañía de Nanami. El cabeza hueca no está capacitado para ser profesor pero, al ser el chamán más fuerte de entre todos, le dieron esa responsabilidad.

Iba a hacer otra pregunta pero, a fin de cuentas, ¿qué me gano yo sabiendo de su situación amorosa? Nada. Porque si está saliendo o no con alguien, yo no haré nada.

— Iba a ir a tu casa otra vez — comentó.

— ¿Eh?

— Iba a ir con la intención de pedirte una oportunidad para hablar, y si es posible, volver a intentarlo pero... Nanami y yo hablamos con él. Tú merecías tener tu propio espacio, una infidelidad no es sencillo de superar y, afortunadamente lo entendió — comencé a beber mi bebida para terminarla y retirarnos —. Satoru jamás dejó de quererte. Solía recordarte de vez en cuando. Aunque tu habitación ya no estaba siendo ocupada por nadie más, él entraba a limpiarla.

«Lovefool»; Gojo SatoruOnde histórias criam vida. Descubra agora