Los Ultimos Recuerdos

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Volver a la residencia Black, que ahora era una casa de seguridad no era una opción que fuera importante para detener a Voldemort, ellos sabían que así lo era, que sus mentes tenían que estar concentrados en encontrar la copa de Helga Hufflepuff, pero Sirius se rehusaba a seguir la búsqueda. Sirius estaba decidido a que si buscaría respuestas las obtendría, solo de una persona, Druella Black, de soltera Rosier, aunque nadie sabía respuesta sobre qué.

La piedra se encontraba guardada sola en el monedero de piel de Moke, Harry la había colocado ahí para resguardarla, desde que Sirius la tuvo en sus manos actuaba diferente y no quería que nadie más se expusiera a su poder.

Penetraron las defensas, sin siquiera anunciar su entrada, las puertas se abrieron solas para ellos, Druella estaba en la sala de té, acompañada de Andrómeda, mientras Ted traía un pequeño carrito con una tetera y bocadillos que el mismo había horneado.

— ¿Dónde están Lupin y Tonks? ¿Y los otros? — pregunto Regulus.

— Dora y Lupin durmiendo en la habitación de Andrómeda, el chico Gryffindor está intentando pescar en el lago detrás de la casa, el Duende se ha recostado a dormir — respondió Druella tomando con delicadeza su taza de té.

— Harry, suban a arriba a descansar, esto es una charla de adultos — ordeno Sirius —. Estaré bien, debo decirle sobre lo que descubrimos y no será un momento agradable.

Harry, Draco, Ron y Hermione, sin comprender obedecieron, se dividieron entre habitaciones, Draco y Harry fueron a la que era la antigua habitación de Narcisa Malfoy, mientras Ron y Hermione fueron a habitaciones separadas de visitas. Cuando los muchachos se perdieron entre las escaleras finalmente Sirius entro a la sala de té, su semblante cambio, dio unos pasos con cierta lentitud, como si temiera darlos, y miro fijamente a la anciana de la habitación.

— Necesito saber ¡¿Qué es tan importante?! — dijo Sirius acercándose a Druella.

— ¿Sobre qué, ingrato? — pregunto Druella dando un sorbo de su té sin inmutarse.

— Sobre mis memorias, sobre las memorias de Regulus ¿Por qué cambiaron todo? ¿Porque me hicieron odiarlos? ¿Porque hicieron que Regulus les temiera? — pregunto apesadumbrado —. Necesito saberlo.

— ¿Cómo sabes sobre las emociones que se concentraron si no sabes la razón de ello? — pregunto Druella dejando la taza de té sobre la mesita ratona —. ¿Has visto todos los recuerdos de la caja musical?

— ¡No! ¡No he visto las malditas melodías! ¡No todas! ¡Ella me lo dijo! La piedra de la Resurrección es real... Ella me dijo que tengo que tomar el maldito vial rojo, el vial de los recuerdos reales, donde mis recuerdos dejan de enfrascarse en que los odie — dijo cohibido —. Necesito saberlo.

— Nadie sabe que pasaba por la mente de tus padres, solo ellos — asintió —. Lo único que me dijo Walburga cuando me entrego sus cilindros es que debes verlos todos antes de tomar el vial.

— ¿Por qué? ¿Porque tanto secretismo? — Sirius comenzó a caminar por la habitación alternado —. ¡Ya sé que el aburrido de Orión vio cuando se abrió la cámara de los secretos hace cincuenta años! ¡Sé que en teoría el Basilisco pudo matarlo! ¡Que mis padres coincidieron en sus años de estudio con ustedes-ya-saben! ¿Por qué cambiaron mis memorias? ¿Y por qué para que los Odie?

— ¿Recuerdos cambiados? ¿Madre? — pregunto Andrómeda sorprendida.

— Orión y Walburga decidieron cambiar los recuerdos de Sirius y Regulus cuando entraron a Hogwarts, enfatizando en ciertas emociones, para que Sirius los odiara y Regulus les temiera — explico Druella con cierto tono de tristeza en su voz —. Nunca quisieron decirnos porque lo hicieron, solo que era necesario, Walburga me entrego sus memorias guardadas a Cygnus para que las cuidara y encomendó entregárselas cuando el ya fuera mayor de edad.

El Nuevo Black IIWhere stories live. Discover now