Viejos Hábitos.

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Después de bajarle la fiebre a Mónica hizo que se recostara y nada más le dio una cobija para que no volviera a subirle la fiebre, converso con ella de varios temas hasta que Magda trajo a la peque, Aliyah lloraba como de costumbre lo hacía al ten...

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Después de bajarle la fiebre a Mónica hizo que se recostara y nada más le dio una cobija para que no volviera a subirle la fiebre, converso con ella de varios temas hasta que Magda trajo a la peque, Aliyah lloraba como de costumbre lo hacía al tener sueño, basto con estar en brazos de su mamá para que el llanto cesará, aún así continuaba en su papel de drama, hipeando causando que Mónica riera desde la cama.




– ¿Siempre se pone así?

– Sólo cuando está cansada, intento que aprenda a dormirse sola por si un día estoy fuera de casa, Luís y yo la hemos mal acostumbrado

– Ay pero ella se ve cómoda pegadita a ti

– Si pero se está haciendo grande, mis brazos se cansan cuando la tengo cargada por tanto tiempo

– Creció tan rápido, Magda me enseñó las fotos de cuando estaba más pequeñita

– Dentro de poco va a poner la casa patas arriba — se sienta en la cama al cansarse

– Tendrás que esconder muchas cosas por un largo tiempo

– Los aretes también, sólo espero que no quiera mordernos

– Ella definitivamente nos morderá — ríe




Aquel día lo uso para cuidar de sus hijas, sonaba tan extraño esas palabras, cada que se lo planteaba en la cabeza no conseguía entender en que momento paso todo, hace no tanto se encontraba huyendo del pasado y todo lo que la hiciera sentir mal, pasó noches llorando por sentirse tan sola... y de la nada todo cambio, le gustaba pensar que Aliyah había despertado cosas en ella que ni siquiera sabía que existían, pero el mérito no era sólo de la pequeñita que ahora descansaba tranquilamente sobre su pecho.

Ahora que tenía a Mónica de su lado, cada día aprendía algo distinto, como por ejemplo el perdón, si bien aún le quedaba mucho camino para aprender a soltar y perdonar, ya había dado un gran paso. Mónica tenía una vibra muy distinta a la suya, una realmente similar a la de Aliyah; esa similitud le hizo darse cuenta que había echo dos cosas buenas en su vida y eso fue darles la oportunidad de nacer, a pesar de todas las cosas que siempre estuvieron en contra, estos dos seres sin duda debían llegar a su vida.

¿Qué si hubiera cambiado la forma en que lo hicieron? Por supuesto, le hubiera encantado que ambas pudieran llegar de un profundo amor pero se los iba a compensar, ya se había propuesto ser mejor madre para ambas ¿Cómo lo iba a lograr? Ni ella misma lo sabía aún pero deseaba revertir todos sus errores, esto iba a llevar tiempo pero estaba dispuesta a ser paciente para lograr construir una sólida relación con sus hijas, quería que ambas se sintieran orgullosas por tenerla de madre.

Los meses fueron pasando la pequeña Aliyah comenzó a gatear y a dar pequeños pasos siempre agarrada de las manos de sus papás, quienes comenzaban a llevarse mucho mejor. Luego de la muerte de Eleonora José Luís decidió que era momento de un gran cambio, así que se mudo a uno de sus departamentos; Lucho hizo lo mismo, necesitaba un tiempo para resolver sus propios conflictos y meditar la idea de perdonar a su padre, un buen día Altagracia decidió que era momento de tomarse un respiro de la ciudad, invito a José Luís a que fuera con ellas hasta la hacienda para evitar una pelea innecesaria.




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