Mi Limón.

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Luego de tranquilizar a Mónica tuvo que pedirle que le guardará el secreto por ahora, quería esperar hasta ir a consulta para decirlo, del otro lado de la ciudad estaba José Luís quien todavía no digeria la noticia, estaba estresado, cansado y muy...

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Luego de tranquilizar a Mónica tuvo que pedirle que le guardará el secreto por ahora, quería esperar hasta ir a consulta para decirlo, del otro lado de la ciudad estaba José Luís quien todavía no digeria la noticia, estaba estresado, cansado y muy abrumado como para ser sensible, aunque la realidad es que no se permitía mucho serlo, no era de hombres a su parecer. Aunque intento dejar afuera todo el asunto del bebé para concentrarse en la junta, no consiguió hacerlo pero de todos modos cumplió con todos sus compromisos, no se sentía culpable por la manera brusca que tuvo al reaccionar.

Pues tenía presente una cosa, tener hijos con Altagracia podía ser un sueño pero también una pesadilla, detestaba tener que hacer todo un esfuerzo enorme para poder estar con su hija, si bien Altagracia ya le permitía llevársela al departamento o a jugar en algún sitio para niños, detestaba tener que pedir permiso, sabía que con este bebé sería la misma cosa y simplemente no es algo que le emocioné, él esperaba que estuvieran juntos formalmente cuando esto pasará, no antes, así que de ahí venía su frustración, ni siquiera podía mirarla a la cara, sentía que ella lo había arruinado todo para ambos.

Por esa razón no se molesto en aparecer, aunque Altagracia lo estuvo esperando hasta el último momento, comenzaba a creer que aquella "nueva faceta" que pudo presenciar de cerca había sido sólo un truco más y eso le dolía, no eran las hormonas descabelladas, esto le dolía realmente, le dolía su ausencia y lo peor de todo, le dolía haber sido tan tonta como para creer que él podría ser alguien diferente. Sabía que el bebé no estaría solo nunca y que en cuanto José Luís se sintiera preparado volvería para hacerle saber que sería un padre presente.

Pero ella estaba sola en esto, ella volvía a no ser la prioridad de nadie y le tocaba afrontarlo nuevamente, porque queriendo o no esa era su realidad, sin tiempo ni ganas de llorar se metió en la piel de La Doña, ahora tenía mucho trabajo en adelante, debía coordinar todo en su agenda, los cuidados prenatales, sus proyectos en la constructora, sus hijas y por supuesto, reconstruirse porque sabía que estos meses serían de puro derrumbe, tendría que enfrentar sus miedos nuevamente, lidiar con las hormonas y planear el cuarto del bebé.

Al día siguiente se levantó con algo de pereza, por primera vez en estos días no tuvo que correr al baño para vomitar, pudo ducharse tranquila y se arreglo un poco, no demasiado, sólo quería evitar sentir pena por si misma, además tenía su primera cita con la obstetra en un rato, bajo a desayunar rezando porque la comida se quedara dentro, mientras veía el resumen de las noticias en su tableta pudo ver a Magda ir en dirección a la puerta, le pareció extraño pues ¿Quién vendría a esa hora de la mañana?




– Pase señor Navarrete

– ¿Altagracia está en casa todavía?

– Si, anda en el comedor desayunando, los dejaré solos eh

– ¿Podemos hablar?

– Vamos a mi estudio, es más seguro hablar allí

– Te sigo



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