10. Dos visitas

9.9K 467 40
                                    

Capítulo diez

Aegan

Bajé las escaleras con el temor de que mi hermano supiera algo sobre Melissa. Ella debía estar escondida de todos, pues si alguien se enteraba, podría tener un grave problema dentro del mundo de la mafia.

Recientemente me había contado su decisión de no tener a su hijo y, aunque no le había contestado, la iba a apoyar; era su decisión y no me iba a entrometer. Además, no quería niñatos pequeños corriendo y armando jaleo por mi mansión.

— ¿Dónde te habías metido, hermanito? ¿No sabes que es de mala educación dejar a solas tanto tiempo a un invitado en tu hogar? — habló Mitchell cuando aparecí en el salón.

— Estaba terminando unos asuntos.

— Perfecto. Pues vámonos, entonces.

— La fiesta se acabó por el día de hoy, no puedo salir.

— ¿Es que no tienes a tus criadas para que vigilen al enfermo ese?

— No tengo el cuerpo preparado para ir, Mitchell. No insistas más.

— Chicos, tengo sueño — me di cuenta que Jessica estaba con nosotros — y creo que lo mejor que puedo hacer es irme a descansar a mi dormitorio.

Después de despedirse, Jess nos dio un beso en la mejilla a cada uno y se marchó escaleras arriba. Deseé que mi hermana se fuese con Melissa para distraerla, pero, como estaba en compañía de Mitch, no pude decírselo.

A continuación, nos serví del pequeño bar una gran cantidad de whisky. Suspiré y apoyé mi cabeza en mis manos.

— ¿Qué ocurre, Aegan? Tú no eras así — puso su mano sobre mi hombro.

— No me pasa nada, Mitchell — soné cortante —. Te fuiste por mucho tiempo; las personas cambian, crecen y maduran.

Mi hermano se carcajeó.

— Eso ha sido gracioso. Si maduraras, no estarías por aquí matando a cualquiera que se te cruza. Tendrías esposa y pronta- mente una familia, pero de todo ello, ¿qué es lo que tienes?

— No se necesita una mujer para madurar. Tampoco metas la mafia, es mi trabajo y, de momento, estoy cómodo consiguiendo casi todo el mundo. Piensa en papá, él siguió en este trabajo hasta que no pudo más.

— ¿Y qué dices de ir pillando con cualquiera que se te arrima? — alzó una ceja. No contesté, ya que no era su asunto — ¿Me muestras dónde me quedaré?

Subí al tercer piso y le mostré el dormitorio vacío al lado del de Melissa. Era un riesgo tenerlo allí, mas no tenía de otras.

— No me jodas, Aegan — dijo cuando vio el cuarto —. Esta habitación está en el quinto coño de todo. Estoy en la tercera planta, ¿por qué no mejor me llevas al lado de tu dormitorio o el de Jess?

— Porque esta es la de invitados y es la que te toca a ti. Y deberías ser más agradecido que te dejo quedarte aquí. No hagas ruido, solo acuéstate y duérmete, tampoco salgas hasta que amanezca.

— ¿Algo más? — cuestionó sarcástico.

— No llames a ninguna de tus putas.

Caprichos ✔️ [LIBRO I]Where stories live. Discover now