56. Lo que tenía que haber hecho desde el principio

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Capítulo cincuenta y seis

Aegan

Por desgracia, el mes pasó volando y cuando menos nos quisimos dar cuenta, ya estábamos en el avión privado de vuelta hacia Italia. Las vacaciones habían pasado muy rápido, pero con mucha diversión. Visitamos lugares turísticos, probamos comida típica de México, visitamos diferentes playas y tuve más sexo que en toda mi vida. En definitiva, volvería a repetir un viaje como este con mi esposa.

Melissa se había quedado durmiendo en el asiento de enfrente después de jugar varias manos al póker. En verdad, lo entendía; yo también estaba cansado. Aún quedaban bastantes horas para llegar a nuestra tierra, por lo que, cerré la ventana del avión y me dediqué a descansar todo el vuelo, sobre todo porque, cuando fuéramos a llegar, aún serían las tres de la tarde.

Perdí la noción del tiempo cuando me quedé sobado sobre el asiento. Menos mal que eran cómodos, porque, si no fuera así, hubiera terminado con un dolor de cuello tremendo. No supe nada hasta que una azafata nos despertó a mi esposa y a mí; por fin habíamos aterrizado en Italia.

Me desperecé y con Melissa bajamos del avión. Unos hombres se dedicaban a bajar las maletas y a guardarlas en mi Mercedes, que mi chófer personal había traído para llevarnos de vuelta a nuestro hogar.

- ¿Cómo ha ido las cosas por aquí? - le pregunté a aquel hombre, el cual, no solía hablar mucho con el resto de personal. Ni siquiera conmigo.

- Todo ha ido normal, señor Mancini. Su mejor amigo se ha estado pasando por la oficina y por su casa casi todos los días para revisar que todo fuera bien y que no hubiera ningún percance.

- Perfecto.

Bueno, parecía que Leo había sentado un poco la cabeza desde que me había ido a Rivera Maya.

- Cariño, recuéstate en mi hombro y cuando lleguemos a casa, dormimos una pequeña siesta - palmeé mi hombro, invitándola.

Ella se acostó sobre mí y se puso las gafas de sol para que la luz no fuera tan fuerte. Luego de pasar la ciudad entera, llegamos a nuestro hogar. Todo estuvo bien hasta que vi la ventana de al lado de la entrada, que estaba abierta de par en par. Igualmente, no le tomé importancia. A pesar de que yo lo había cerrado todo desde dentro, quizás alguien del servicio la había abierto para que se aireara la casa.

Moví suavementea Melissa para que se despertara. Esta lo hizo rápido y entramos a nuestra casa con las manos entrelazadas. Me di cuenta que la luz de la sala estaba encendida, por lo que, me solté de las manos y fui hasta el lugar despacio. El sofá, que estaba de espaldas, tenía a alguien sentado. Fruncí el ceño.

- ¿Quién eres y qué haces aquí? - preparé el arma que tenía en el bolsillo de la chaqueta.

Aquella persona se volteó, dejándome ver quién era. No necesitaba nombre; estaba alucinado por ver a mi hermano Mitchell allí. Él no era el mismo que vino hace un tiempo cuando estaba "recuperado" del alcohol y la droga. En una de sus manos sostenía una botella de whiskey, su rostro se notaba demacrado; la barba la tenía crecida y los ojos rojos, seguro que iba colocado por droga.

- Mitchell... - chillé para que Melissa se enterara y se fuera de aquí. Sin embargo, hizo todo lo contrario a lo que esperé. Ella llegó a mi lado en tiempo récord.

- ¡La parejita está unida! - exclamó sin estar en sus cinco sentidos - He estado demasiado tiempo esperándoos en vuestra casa, de hecho, Melissa, debo de confesarte que tu ropa huele tanto a ti... tan bien.

- No me jodas, Mitchell. Se puede saber qué mierda quieres.

- Lo que tú tienes. Quiero tener a Melissa conmigo - respondió.

Caprichos ✔️ [LIBRO I]Where stories live. Discover now