27. Amenazas de muerte

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Capítulo veintisiete

Nuevo capítulo, lectores! Ya sé que dije que tenía exámenes (y los sigo teniendo), pero me da pereza estudiar. Ya lo haré en un rato.
Pd: gracias a todos los que estáis leyendo y votando 💕
Recordad seguir haciéndolo.
- AFRI

Melissa

Viernes, querido viernes. Era el último día laboral de la semana y nada más abrir los ojos, me di cuenta que me encontraba en la cama de mi novio. Se estaba tan cálido entre sus brazos, que no quería separarme ni un centímetro. Al contrario de lo que debería de haber hecho, me apechugué más a Aegan.

- Buenos días, amore mio.

- Buenos días - le sonreí con el cabello revuelto por toda mi cara.

- ¿Descansaste bien? - preguntó. Su voz ronca y apretada se hizo presente a causa de despertarse hace unos minutos atrás.

- A la perfección, bebé. Nunca antes he descansado como hoy - conteste.

- ¿Podrías levantarte, nena? Tengo que irme a cambiar, tú puedes quedarte un rato más en la cama y venir más tarde - dijo.

Me recosté sobre el colchón, de espaldas al techo, y contemplé a la semejante escultura que se ponía de pie. Su camisa había desaparecido por la noche, en cierto modo, no me molestaba ver su six-pack. Debajo de su pantalón de cuadrados del pijama se le marcaba una erección, que, por más pequeña que fuera, no quitaba sus centímetros. Esta fue la parte que más se llevó la atención, cosa que mi novio pareció notar.

- Siempre está así por las mañanas. Es como un despertador de hombres, nada que no se pueda con una buena ducha fría - me sonrojé y oculté mi rostro en la almohada y sábanas, pues, aunque ya era marzo, el frío no se marchaba.

- Iré contigo a la oficina - olvidé su última intervención.

- Tienes que trasladar tus cosas a esta habitación - me recordó y comenzó a andar al baño.

- Lo haré por la tarde, hay cosas más importantes que hacer - sinceramente, me daba mucha pereza tener que mudarme de cuarto por segunda vez y más por la mañana.

- Entonces, puedes esperar a que yo salga del baño o ir al otro. Tú decides, amore.

- Iré al otro baño para ahorrar tiempo - le avisé.

Pasé por la puerta del baño, la cual, aún se mantenía abierta y cuando me vio, Aegan salió para darme un casto beso sobre la comisura de mis labios. Me dio corte la situación por una estupidez que podría arruinar mi relación con el Diablo: el mal aliento mañanero. Todas las mañanas, el olor de mi boca no era lo mejor. Eso no era bueno con él, pues estaba acostumbrado a las mujeres divinas y salidas del quirófano.

A veces tenía la ligera sensación de que me iba a dejar por otra mujer que estuviera más buena que yo y el sentimiento era terrible.

Salí del cuarto antes de que mi novio pudiera replicar. Llegué a mi dormitorio, saqué las prendas que me iba a poner ese día y me dirigí al baño, donde me despojé la ropa para acabar bajo el caliente chorro de la ducha. Acabé mi tiempo en el baño, ya estaba lista para ponerme las zapatillas y salir para la sala.

Eso mismo fue lo que hice. Cinco minutos después ya me encontraba bajando las escaleras, desde donde vi a Aegan apoyado sensualmente sobre la pared.

- Lista, bebé - anuncié.

- Perfecto, vayámonos - me ofreció la mano y anduvimos hasta el auto, que hoy conduciría mi novio.

El trayecto a la oficina fue silencioso, pero corto. Nos pasamos la mañana buscando ideas o soluciones para el tema de su padre. Aegan estaba muy cabreado en ese aspecto. Por el día de hoy no avanzamos casi nada, sin embargo, ninguno de los dos nos íbamos a rendir. Buscaríamos  remedios para salvar a Judith y a Jessica del señor Mancini.

Caprichos ✔️ [LIBRO I]Where stories live. Discover now