57. Problemas en el paraíso

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Capítulo cincuenta y siete

Melissa

Por más tiempo que pases con una persona, nunca se le termina de conocer del todo. Me sentía totalmente traicionada por el único ser que realmente me había ayudado y que, ahora, sabía que lo hacía por un interés propio. Yo pensaba que Aegan me había mostrado como él era, pero no, me había mostrado la cara que él quería para que cayera en su juego.

Me sentía devastada, utilizada y humillada... ¿Jessica y Judith también sabían de esto?

Había corrido en vano más de la mitad del camino, pues pensaba que Aegan me seguiría para arreglar el problema. Qué ilusa... él no había vuelto a por mí. Así que, ya era inútil huir de mi futuro ex-esposo.

Anduve por la carretera hasta que llegué al primer banco de la ciudad. Allí me senté para pensar en qué haría ahora que no tenía mucho; mis padres estaban en mi antigua ciudad, no tenía ningún apartamento para quedarme, no tenía mis cosas para utilizarlas. Solo me quedaban los ahorros que había obtenido por trabajar en la empresa de Aegan.

Saqué mi cartera y vi mi tarjeta de crédito en ella. Al menos podría pagar una habitación de hotel por ahí. A continuación, limpie el maquillaje corrido de la cara y me dispuse a caminar hasta el centro de la ciudad, sin dejar de buscar un hotel. Al final, encontré uno que no estaba hecho un asco, pero tampoco era muy caro. Me lo podía permitir y eso fue suficiente para entrar ahí dentro.

Hablé con una mujer detrás del mostrador, la cual, me asignó mi habitación y me llevó hasta allá. La mujer se marchó, me tiré en la cama para seguir pensando. Recién habíamos llegado de nuestra luna de miel y ya estaba divorciándome. ¿Es que no hay nadie sincero en este mundo?

Suspiré cuando me llegó una notificación al celular. Podrían ser muchas personas, pero no tenía ganas de hablar con nadie. Por un momento, quise desaparecer de la faz de la tierra, aunque fuera imposible. Algo cansada de llorar y comerme el tarro, miré el mensaje. Era Aegan. Tal vez me sorprendió, tal vez no. Entré al mensaje para leerlo.

"Melissa, por favor, vuelve a casa. Te lo explicaré todo, no es como piensas. Te amo."

Aegan consiguió que volviera a sollozar. Borré el mensaje deprisa para no volver a verlo jamás. Me parecía ridículo su mensaje. ¿Cómo que no es como pienso? Por Dios, su hermano me lo había confirmado en los segundos antes de su muerte. Claro que era así y no caería de nuevo en las obsesiones de Aegan.

Yo solo era un capricho para él, un camino hacia la vida más fácil.

Luego, apagué el móvil por el resto de la tarde y noche. Simplemente dediqué mi tiempo a descansar de todo en la cama. A la mañana siguiente, a pesar de tener que ir a trabajar, no me levanté del sitio. Encendí el celular y revisé las notificaciones que tenía de Jess, Judith, mamá y, como no, de Aegan.

Todos los mensajes decían lo mismo de una forma u otra. Los cuatro preguntaban que dónde estaba, decían que volviera para hablar con Aegan y otras cosas parecidas. Aunque los había leído, no contesté. En vez de eso, como no tenía un ordenador, me metí en documentos y comencé a escribirle una carte de renuncia a Aegan. Después, me aseé como pude y salí con la misma ropa de ayer hacia alguna tienda cercana.

Fui al centro comercial donde, anteriormente, había visto algunas tiendas con precios accesibles para mi bolsillo. Al llegar, compré unos pantalones largos vaqueros y ajustados, junto a una camiseta suelta de rayas blancas y negras. Las zapatillas tenía las mismas. Salí del lugar con las prendas puestas. Me volvía a sentir como una persona sin lujos, que era feliz con tan solo tener a sus padres y mejor amiga.

Caprichos ✔️ [LIBRO I]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora