39. ¿A la tercera va la vencida?

4.5K 258 12
                                    

Capítulo cuarenta y cuatro

Hola, lectores míos <3
Aquí les traigo un nuevo capítulo que espero que disfruten...
Votad, comentad, compartid
Bye 💕

Melissa

Después de una larga jornada de trabajo en la empresa de Aegan, por fin llegaba a mi nueva casa para poder descansar. Nada más tocar el parqué del suelo, tiré mi bolso al mueble aparador y, haciendo maniobras para mantener el equilibrio, me quité los tacones. Qué descanso andar descalza.

Me sentía agotada física y mentalmente. A lo largo de mi vida he escuchado a varias personas hablando de lo que es trabajar con tu antiguo novio y ya puedo asegurar que nada se comparaba con eso. Era terriblemente incómodo estar con él. Sobre todo, lo peor fue tener una lucha interna conmigo misma.

Los sentimientos que aún tenía por Aegan seguían ahí, siendo tan fuertes como el día anterior. Es que, claro, esto no desaparecía de la noche a la mañana. Aegan no volvía hacer la roca de hielo del principio, al contrario, parecía que me trataba con el mismo cariño. Eso no me ayudaba en nada, más bien me confundía.

Luego de estar absorta en mis pensamientos, sin saber cómo, me encontraba tirada sobre mi cama. Mi cuerpo pedía a gritos echarse una siesta y, por más que deseaba hacer eso, primero necesitaba tomar una ducha caliente y relajante. Así que, con mucha pereza, me puse de pie para después buscar lo que usaría. Cogí un pijama de entre tiempo y unos aceites.

Sin más espera, cuando me metí en el baño, me despojé la ropa del trabajo, encendí la regadera y entré, dejando que el agua cayera sobre mi cuerpo. Qué bien se sentía. Estuve un rato debajo del agua, sabía que eso no era bueno ni para el medio ambiente ni para mi salud, pero, por primera vez en muchos años, lo volvía a hacer. No era un acto que hacía normalmente y me di el gusto de disfrutarlo.

Luego salí de la ducha y me unté los aceites por todo mi cuerpo. Un aroma a rosas invadió mis fosas nasales, el frescor se expandía por mi cuerpo y la relajación llegaba a su máximo esplendor. Había necesitado esto por un buen tiempo, aunque, como todo lo bueno, esto se acaba pronto.

El timbre sonó cuando estaba preparando la cama. Si bien no tenía pensado cenar algo, tampoco tenía pensado recibir visitas. Por un momento llegué a pensar que sería Aegan, haciendo alguna locura. Así que, con buena cara y a la vez algo enfadada, anduve hasta abrir la puerta. No había nada, ¿estaban gastándole una broma a la nueva inquilina? Cerré la puerta, aún creyendo mi propia idea. Estaba decidida a volver a la cama, cuando vi un tercer paquete en la mesa. Pocos segundos antes eso no estaba ahí.

¿Cómo había llegado la caja allí?

Anduve con cuidado hasta ella, pues esto ya me lo conocía; había recibido la tercera amenaza y, la verdad, no en muy buena forma. Antes de nada, miré para los lados, atemorizada de que hubiera alguien conmigo. No había nada, solamente estaba yo. Quien hubiera dejado el paquete era alguien con práctica; era escurridizo y silencioso.

Un sentimiento me revolcó el estómago. Cuando quise abrirlo, algo me hizo parar. Sabía que no estaba bien, que habíamos roto y por mi decisión, pero lo necesitaba y era mi mejor opción. Rápidamente fui a la mesita de noche, donde cogí el móvil, dispuesta a llamarle. Sin embargo, su nombre apareció antes en la pantalla. Él me estaba llamando. Respondí casi al instante.

- ¿Tú también lo has recibido? - preguntó Aegan, sin dejarme tiempo a saludar por segunda vez en el día.

- .

Me limité a contestar, podía suponer que Aegan también hablaba del paquete.

- Voy para allá, lleva mucho cuidado. Como la última vez, no cuelgues el teléfono, ponte alerta a cualquier ruido o movimiento extraño - anunció. Escuché el ruido de la puerta ser cerrada por un portazo.

Caprichos ✔️ [LIBRO I]Where stories live. Discover now