49. Despedida

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Capítulo cuarenta y nueve

Melissa

Mamá y papá habían llegado a la ciudad hace una semana. Se estaban quedando en mi casa, pues la situación ya estaba mejorando y, si era sincera, estábamos muy bien. Ambos me habían ayudado mucho en las cosas de la boda, física y emocionalmente. Tenía una especie de miedo que me provocaba escalofríos por todo el cuerpo. Sabía que esto era provocado por el acercamiento de la fecha de la boda; septiembre ya estaba aquí hace un par de días y no quedaba, ni siquiera, una semana para que el acontecimiento sucediera.

- Melissa, tengo una sorpresa para ti.

Mamá interrumpió mi lucha interna para sacar toda inquietud y preocupación sobre la boda. Estaba tirada sobre la cama king size, con las manos sobre la parte baja de mi estómago. Esta era una buena porción, pero no ganaba la posición fetal, esa que te pones como si fueras un bebé y sirve para desahogarte mientras sollozas. No obstante, por eso mismo, no me puse así. No había motivo por el cual llorar.

Me recompuse.

- ¿Me gustará? - cuestioné con una ceja alzada.

- Eso espero, cariño. Levanta ese trasero perezoso de ahí, que ha saber cuánto tiempo llevas hundiendo el colchón.

Alessandra me cogió de la mano y me arrastró a la planta baja, concretamente al salón. Nada más llegar, vi a alguien de espaldas a la puerta. La reconocí de inmediato, no era tan olvidadiza. Era mi mejor amiga Brittany. Esta se giró al escuchar ruido detrás de ella. Cuando sus ojos se encontraron con los míos, ambas corrimos al encuentro.

- ¡Por Dios, Melissa! ¡Qué cambiada y hermosa que estás! - chilló y nos fundimos en un cálido abrazo. Cuánto había extrañado su presencia.

- Tú sigues igual que siempre.

Al separarnos, me tomé el descaro de admirarla. Como bien le había dicho antes, ella no había cambiado: su pelo seguía estando por los hombros, era de un tono castaño tirando hacia pelirrojo. Su estilo de ropa tampoco había evolucionado. Llevaba su mítica chaqueta y falda a cuadros color pastel, y una camisa blanca. Así me vestía antes de venir con Leggio y Aegan, al estilo de niña buena. Además, su actitud parecía la misma; una mujer inocente e inexperta.

Resultó ser que mamá la había traído para que volviéramos a tener la misma relación de antes, además de que pronto sería mi boda y la quería a ella a mi lado. Le tendría que agradecer luego por ello.

- Me han contado que te vas a casar y no me pensaba perder esto.

- Me alegro mucho que estés aquí. En menos de una semana estaré en un altar y quería a mi familia y antiguos amigos conmigo.

- ¿Cómo has estado? - me preguntó.

- Mejor de lo que esperaba, gracias. ¿Y tú?

Todo sigue igual en la ciudad. Desde que te fuiste de allí todo ha estado muy tranquilo, sin ti ya no hay chismes por doquier. Y, en mi vida, pues he estado aburrida sin mi mejor amiga. Realmente te he echado de menos - respondió.

De repente, escuché la puerta de la entrada ser abierta. El silencio invadió la sala mientras me puse a pensar quién podía ser. Al principio dudé en si era Aegan, ya que él estaba en una reunión importante, en la cual, yo no hacía falta. Pero, no sabía quién más podía tener la llave.

Mis sospechas se largaron cuando una morocha que ya conocía bastante bien apareció por la sala. Iba con un vestido pegado al cuerpo, de fiesta, y unas enormes gafas en forma de círculo.

- ¡Issa, tienes que prepararte! ¡No sabes la pedazo...! ¿Quiénes son? - se interrumpió a sí misma.

- Buen día, Jess. Déjame presentarte a mi madre Alessandra y a mi otra mejor amiga Brittany.

Caprichos ✔️ [LIBRO I]Where stories live. Discover now