41. La habitación roja

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Capítulo cuarenta y uno

Ya he terminado con los exámenes, así que se vienen capítulos mucho más seguidos...

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Pd: gracias por los 2k <3

Aegan

Me sentía ridículo por las pintas que llevaba. Después de venir del supermercado, Melissa me obligó a ayudarla con la comida. Yo, a regañadientes y como un buen sumiso, yacía en la cocina, estrenándola junto a mi novia.

- Ponte esto antes de comenzar - me tendió un trozo de tela, el cual, al principio no sabía que era. Hasta que ella se puso otro y supe que era un delantal.

- ¿Me lo estás diciendo en serio, Melissa? - hice una mueca -. Me voy a ver mal con esto puesto, a ver, desde cuándo un mafioso lleva delantal.

- Pues desde que un mafioso hace de cocinero.

- ¡Es que un mafioso nunca cocina! Yo no tengo ni idea de cómo cocinar, jamás lo he hecho. Seré un desastre.

- Si no lo intentas, jamás lo sabrás - sacó los ingredientes de la bolsa y los puso sobre la encimera -. No es nada especial, haremos pasta a la carbonara y unos champiñones asados.

- Melissa... - solté, suplicando.

No le importó. Me hizo darme la vuelta y ella misma me colocó el delantal. Sinceramente, esta situación me divertía y me hacía imaginarme cosas indebidas, por ejemplo, ser yo su sumiso mientras follábamos. No, eso nunca pasaría, por absolutamente nadie caería tan bajo.

- ¿Qué tengo yo que hacer? - pregunté rendido. Si hacía lo que ella quería, luego, Melissa haría lo que yo pidiera.

- Lava los champiñones y ves cortándolos en láminas - pidió.

- ¿Algo más?

- No, después ya veremos.

Hice lo que ordenó. Primero me posicioné en el grifo y les di una buena ducha. Después corté los champiñones en láminas y, por último, en cuadrados de tamaño medio. Realmente, decir que me gustaba cocinar era mentira. Me estresaba tanto que, sin exagerar, se me podría caer el cabello a mechones. Yo no quería eso, mi pelo era una de mis armas secretas para seducir a las mujeres, aparte de mi polla. Pero, esto, era para otro momento. También, cocinar me hacía odiar la comida, ver el estado de los alimentos antes de estar en mi plato me repugnaba.

- Acabé, me voy a tomar una copa de whiskey - hice el ademán de quitarme el delantal, sin embargo, Melissa me miró con una ceja alzada. Decidí que era mejor estar quieto, por lo que, levanté mis dos manos -. Bien, no hago nada, me quedo a ayudar. Pero, nena, no hace falta que me mires así. Sabes que nadie le dice que no al Diablo, salvo tú, amore mio.

- Échalos a una sartén con aceite y muévelos de vez en cuando hasta que veas que están hechos - ignoró mis bonitas y románticas palabras. No obstante, una sonrisa pequeña apareció, aunque intentó ocultarla.

¡Auch, esperaba una respuesta por su parte!

Media hora después, ambos estábamos en la isla de la cocina. Cada uno tenía su plato delante y en medio, estaba una fuente con los champiñones que había cocinado. Estos no tenían mala pinta, pero, sabiendo como estaban antes, no los pensaba comer hoy ni en mucho tiempo. Los macarrones a la carbonara, para ser la primera vez que ingería algo hecho por ella, estaba delicioso. Además, el vino que nos acompañaba, hacía que la pasta tuviera un mejor sabor.

Comimos entre una charla. Luego, llevó los platos sucios al lavavajillas. Me quede en mi sitio, viendo como Melissa arreglaba todo. Pensé que era la hora de mi pequeña y acalorada sorpresa.

Caprichos ✔️ [LIBRO I]Where stories live. Discover now