47. Familia

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Capítulo cuarenta y siete

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Melissa

Agosto

Después de meses ajetreados con el trabajo y, sobre todo, con la boda, por fin tendríamos un día completo de relax. Aegan y yo habíamos organizado un día en la playa, solo nosotros dos, así como una especie de cita. Y, la verdad, estaba emocionada por ello.

Luego de un largo viaje por la carretera con treinta y siete grados, llegamos a un pueblo con mucha costa. Estaba feliz, no iba a negarlo, sin embargo, tenía algo de preocupación en el cuerpo. Carajos, no teníamos otro lugar al que ir, sino que me tenía que llevar al pueblo vacacional donde siempre iba con mis padres, a veinte minutos de mi ciudad natal.

Esperaba que no hubieran elegido esta fecha para venir, porque, si era así y los veía, no sabía cómo iba a reaccionar.

- ¿Estás bien? - me preguntó mi novio, nada más aparcar el vehículo en una plaza.

Aegan posó su mano en mi muslo y trazó pequeños círculos.

- Sí, claro - intenté no titubear -. Salgamos a la playa que me estoy muriendo del calor.

Aegan no volvió a preguntar, cosa que agradecíinternamente.

Cogimos los bolsos de la playa del maletero del auto. Luego, él lo cerró con llave y nos dirigimos a una pequeña cala que estaba un poco escondida del resto. Bajamos por unas escaleras de madera hasta la arena, desde donde pudimos apreciar la limpia y cristalina agua salada del mar. No había absolutamente nadie aquí, cosa que agradecía para poder tener más intimidad con Aegan.

Dejamos nuestras pertenencias en una esquina, alejadas de la marea que subía y bajaba dependiendo de las olas que llegaban. Para nuestra suerte, las olas eran mínimas, por lo que, por más que estuviéramos muy alejados, el agua no llegaría a mojar las cosas.

El sol daba muchísimo calor al estar casi en el punto más alto. Decidí que mejor sería estar en la arena y tomar el sol un rato. Así que, puse la toalla, me quité el vestido, quedando en bikini, y me tumbé encima, no sin antes echarme una buena cantidad de crema solar y aceite para coger color. Después, para no quemarme los ojos, me puse unas finas gafas, nada más para que no se me quede mucha marca.

En esta posición quedé por bastante tiempo. No sabría decir cuánto, ya que estaba tan a gusto que terminé durmiéndome sobre la toalla. Me desperté cuando, de repente, sentí el agua golpear mi cuerpo. Espera, ¿el mar había crecido mientras dormía? Abrí los ojos de golpe, dándome cuenta de que Aegan había sido el culpable. Él portaba un cubo de playa -el cual no lo había visto antes- en sus manos, mientras que reía divertido. Por mi parte, lo fulminé con la mirada, yo que estaba bien cómoda en mi respectivo lugar.

- ¡Mierda, Aegan! Ahora voy a llevar toda la arena pegada al cuerpo.

Me levanté de la superficie, viendo que la toalla estaba completamente empapada.

- Quería gastarte una broma. Además de que llevas ahí una hora y media, y, si sigues así, pronto parecerás un cangrejo - se justificó.

Aegan salía del mar, lo supe por todo su cuerpo húmedo y, sin mentir, enlo que más me fijé fue en su pelo mojado. Las gotas de agua caían de susgreñas, haciéndolo mucho más sexy de lo que ya era.

Fue mi turno de vengarme. Si lo pensaba bien, no le importaría que lo abrazara, pues él ya iba como yo. No obstante, me puse a correr detrás de él. Estuvimos así de un lado a otro, hasta que los papeles cambiaron; ahora era yo quien corría para que Aegan no me pillara. El sol ya me había secado, por lo que no quería volver a mojarme.

Caprichos ✔️ [LIBRO I]Where stories live. Discover now