32. Funeral

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Capítulo treinta y dos

(Maratón 3/3)
Es el último capítulo del maratón de capítulo :(
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Aegan

Hoy era un día muy importante para la familia Mancini, bueno, fuera del trabajo, preferíamos tener el apellido de mi madre: Santoro. Hoy sería el momento de despedirnos de nuestro padre, ninguno quería, pero, tuvimos que disimularlo delante de mis abuelos paternos, quienes se habían esforzado para lograr un bonito funeral para recordar a Manuel.

Mamá y Jess habían vuelto de España para quedarse aquí, en Italia. El peligro ya se había ido, por lo que, no tenían más motivos por los que irse al extranjero, alejados y escondiéndose. Ya no tenía sentido estar sin mi familia.

- ¿De verdad quieres ir conmigo? Entiendo si no quieres volver a ver a ese hombre - pregunté a Melissa, quien se miraba al espejo que estaba a un lado de mí.

- Te apoyaré, Aegan, eso es lo que hace una pareja sana.

- Lo sé, pero te hizo sufrir. Además de que no tienes que apoyarme en esto, no siento absolutamente nada por él - repliqué.

- No importa.

- Tendrías que quedarte y descansar para que se te cure rápido la herida - rebatí. Melissa no contestó, por lo que supuse que no cambiaría de opinión.

Me giré para ver a Melissa. Esta se alisaba la falda negra de su vestido, mientras se veía con una mueca en el espejo. ¿Qué era lo extraño? Se veía preciosa. Mientras tanto, yo me acomodaba mi oscura corbata.

Estaba sin emociones sobre este día. A fin de cuentas, yo había sido el alma cruel que había matado a mi padre. No me importaba, no sentía ni el mínimo arrepentimiento recorriendo mis venas. No obstante, debía de admitir que tenía un remolino de nervios en el estómago a causa de mi madre y mi hermana. Ellas eran diferentes a mí y, por más daño que alguien les a causado, fácilmente sienten pena por esa persona, además de que no son de guardar rencor. Esperaba que ellas dos fueran fuertes y no se dejaran caer ante una gran escoria.

- ¿Estás listo?

- Listo - afirmé.

Le ofrecí la mano, la cual, gustosamente aceptó. Me sonrió y se la devolví; siempre tenía una sonrisa para mi Melissa. Ambos caminamos hasta el coche, en el cual nos subimos y fuimos hasta la antigua mansión de mi padre, donde, a pesar de los malos recuerdos, insistieron en quedarse.

Mi próximo propósito: demoler aquella mansión y construir un bonito hogar para mamá y Jessy.

Melissa bajó del vehículo mientras yo esperaba en el asiento del piloto. Cuando las mujeres llegaron a reunirse a fuera del auto, mi novia se subió a la parte trasera con mi hermana y dejó a mamá en la parte de adelante, conmigo. Ambas se veían sin expresión, quizás me había equivocado y aquel hombre superaba los sentimientos de las dos.

Me alegraba que no se vieran mal.

(...)

Suspiré pesadamente al ver la casa de mis abuelos paternos delante de mis narices. Allí sería el funeral y, la verdad, me daba melancolía estar allí. Mi abuelo y mi abuela sabían de las maldades de su hijo, pero, también conocieron la parte buena de él. Fueron los únicos que realmente se lamentaban por él. Sin embargo, había sido mi padre quien se había puesto todo el mundo en contra.

Sentí como las pequeñas manos de mi novia trazaban una fina línea sobre mi brazo, para luego abrazarse a él. Me giré justo en el momento en el que sus labios se estampaban sobre mi hombro, me reconfortaba y agradecía que ella estuviera aquí. La atraje hacia mis labios, donde, nada más rozarlos, una electricidad cruzó mi cuerpo. Se sentían tan bien sus besos.

Caprichos ✔️ [LIBRO I]Where stories live. Discover now